Opinión | La Feliz Gobernación

El mapa y el territorio

Un mapa de Europa, en blanco

Un mapa de Europa, en blanco / L.O.

En el colegio debí ser el repelente niño Vicente, porque me sabía el mapa mudo de Europa como la palma de mi mano. Posaba a ciegas un dedo en la página del atlas, abría los ojos y decía: Austria, o Suecia, o Yugoslavia... Me sabía todas las capitales, empezando por Reikiavik, que por ser la más difícil era la primera que se te quedaba. Y también los principales monumentos de cada una de ellas, y hasta las banderas. Es cierto que respecto a los escolares de hoy había una extensa superficie que se resolvía con facilidad: «La URSS, capital Moscú». Y a tomar viento.

Han pasado muchos años desde entonces, he viajado a algunos de esos países y capitales, he visto con mis ojos algunos de sus monumentos y museos, lo que significa que si cuando de niño Europa era para mí una página del atlas escolar, hoy es una realidad física que he podido pisar y tocar en cierta medida. Pero, por favor, no me hagan la prueba del mapa mudo. Parte de lo que memoricé en la escuela ha quedado obsoleto. En algunas zonas me hago un lío y hasta el globo terráqueo que tengo sobre mi mesa no me ofrece ya mucha confianza. De los mapas de mi infancia solo permanece intacto el geográfico, porque las montañas, ríos y mares no se mueven de sitio, al menos en fragmentos temporales limitados.

Los mapas políticos se mueven. Cayó un muro y, de la noche a la mañana, aparecieron repúblicas incontables con nombres de capitales inmemorizables. Hubo guerras muy cercanas que fraccionaron países que parecían sólidos, y otros cambiaron de nombre o se fusionaron. Se producen en este momento invasiones que pretenden convertir repúblicas en regiones, y movimientos independentistas que aspiran a convertir regiones en repúblicas. No hay nada peremne.

Cuando escuchamos que la independencia de Cataluña es un imposible hay que echarse unas risas. Por el contrario, es muy probable, con la única incertidumbre de la fecha, tal vez lejana o más o menos próxima. Torres más altas han caído. De la misma manera que ya no nos sirve a los de mi generación el mapa político de Europa que aprendimos en el colegio, no es seguro que los actuales escolares avancen por la vida sin que tengan que desaprender las regiones de España. En este mundo no hay otra certeza que la inevitabilidad de la Innombrable.

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