Opinión | Luces de la ciudad

Que Dios nos pille confesados

No estaría de más buscar esa pócima mágica que consiguiera equilibrar los ingresos económicos con un turismo más sostenible

L.O.

L.O.

No sé si soy yo o es que realmente se palpa en el ambiente, pero el caso es que empiezo a notar en el personal cierto tufillo vacacional. Ya se vislumbra en el horizonte el mar o el campo, la paga extra, los viajes, la siesta de dos horas, las tardes de lectura, los baños nocturnos, la paz y tranquilidad… ¿Cómo?, rebobinemos. ¿Paz y tranquilidad? ¿Con los niños todo el día en casa o, en su defecto, otros familiares?, ¿luchando a brazo partido para conseguir un metro cuadrado en la playa?, ¿soportando estoicamente las olas de calor?, ¿asumiendo las colas y las subidas de precios?, pues sí, ese es el coste que tenemos que pagar para romper con la rutina y disfrutar de esos días de felicidad tan necesarios, aunque solo sea en nuestra imaginación, lo de la felicidad digo. 

Por tanto, seguro que a estas alturas la mayoría ya lo tendrá todo organizado para afrontar un verano presumiblemente ajetreado y saturado de turistas; y es que, desde hace unos meses para acá, se han incrementado las noticias relacionadas con el turismo masivo en nuestro país, la regulación de los pisos turísticos y las consiguientes protestas vecinales. Y no me extraña, porque como te toque sufrirlo, apañado vas. 

Y las previsiones de masificación siguen imparables batiendo récords. Entre enero y abril visitaron España casi 24 millones de turistas extranjeros, un 14,5% más que en 2023. Da la impresión de que cuando medio mundo trabaja, el otro medio está de vacaciones. Eso sí, también es verdad que dejaron en caja 31.513 millones de euros. Poca broma.

Cuando escucho este tipo de noticias me vienen a la mente películas como Amor a la española o Manolo la nuit, interpretadas por Alfredo Landa y rodadas en aquel Torremolinos conocido como el paraíso de las suecas, un lugar que la mayoría de los españoles de los años 60 y 70 veían como un destino ideal donde pasar unas fantásticas vacaciones.

Eran otros tiempos, pero es indudable que, desde un punto de vista económico, el turismo ha sido y es una de las actividades más importantes en nuestro país, sin embargo, no estaría de más buscar esa pócima mágica que consiguiera equilibrar los ingresos económicos con un turismo más sostenible, antes de que la masificación derive en un grave problema de turismofobia de difícil solución. Y es que España es uno de los países más visitados del mundo, con más de 45 millones de turistas al año. Y para colmo, en pocos días, también nosotros, los españoles, comenzaremos nuestra diáspora estival y pasaremos a engrosar las filas de estas cruentas huestes. 

Que Dios nos pille confesados.

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