Opinión | Todo por escrito

Punctum

Es ese detalle de la escena que nos deja fuera de juego, aquello que nos desconcierta y escapa a nuestro control. Es una flecha que atraviesa al espectador, un pinchazo que impacta y lastima al mismo tiempo. Es una bofetada de realidad que nos fascina y repudiamos. Un aguijón que se nos clava en el corazón al contemplar esa imagen que va más allá de nuestros deseos proyectados, puesto que nos muestra el mundo en toda su naturaleza impredecible y descarnada.

En su obra La cámara lúcida, Roland Barthes reflexiona sobre la imagen y crea el concepto ‘punctum’ aplicado al campo de la fotografía. El punctum es esa punzada que no se busca, sino que sale de la escena y produce una reacción emotiva en el espectador. Se da siempre dentro de un encuentro azaroso, nunca premeditado. Es como descubrir una mosca dentro del tarro de miel o el vuelo de una mariposa en mitad de un bombardeo.

El punctum está en nuestra vida cotidiana, pero a veces necesitamos viajar para descubrirlo en todo su esplendor y crudeza, ya que salir fuera despierta nuestra sensibilidad aletargada y nos lleva a contemplar escenas nuevas e inesperadas. Llevo solo dos días de vacaciones y he aquí algunos punctums de los que he sido testigo:

Una cena romántica en una idílica terraza en un barrio bohemio de la ciudad. Sobre los comensales, una frondosa parra de la que cuelgan lucecitas de colores. La comida es fresca y deliciosa. La cena se desarrolla en perfecta armonía salvo por un detalle: a tan solo unos metros, un grupo de policías con chalecos antibalas controlan la escena ametralladora en mano.

Esta colina acogió en la antigüedad algunos de los momentos más importantes de la historia de la humanidad. Hoy sigue siendo un hermoso lugar de peregrinación al que los turistas se afanan en subir. El calor es extremo y la piedra de la cima resbaladiza, pero el mayor escollo al que se enfrentan los visitantes es el niño de 8 años y piel oscura que, agazapado en las raídas escaleras, pide limosna.

Encontrar a un policía en mitad de una calle oscura. El agente de la ley inspira seguridad y tranquilidad al viajero perdido, desde su posición estratégica. Es fuerte y va armado. Pero espera, con la mano que no sujeta la ametralladora se lleva a la boca un mini de cerveza.

Parece que preparamos nuestras vacaciones para Instagram, ese juez de experiencias editadas, filtradas y uniformes. Sin embargo, la realidad tiene un punto ciego que escapa siempre de la teatralidad de la pantalla. Barthes definió el punctum como «lo que se ve, pero el fotógrafo no vio en el momento de tomar la fotografía». La realidad es todo aquello que vemos, aunque a veces nos empeñemos en mirar hacia otro lado porque hiere nuestros ojos.

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