Opinión | Todo por escrito

Meditaciones para mi yo adolescente

Amedida que avanzamos en la vida adquirimos ciertos conocimientos de los que extraemos valiosas enseñanzas, como las que plasmó Marco Aurelio en sus Meditaciones. El emperador romano escribió que «la única riqueza que conservarás para siempre es la riqueza que has obsequiado», así que hoy quiero regalarle a mi yo adolescente algunas certezas vitales:

Los adultos no siempre tienen razón. Es más, se equivocan constantemente. Aunque siempre has tenido que acatar sus órdenes, ellos están tan perdidos como tú y viven atenazados por el miedo. Además, son los responsables de los problemas que afrontas.

Inevitablemente tendrás que aprender el resto de tu vida. Intenta adquirir los conocimientos que tú quieras y no los que te impongan otros. Fórmate y no dejes que sean los demás los que te ‘den forma’ para su propio beneficio. El mundo de tus padres (‘un trabajo para toda la vida’) pasó. Por suerte o por desgracia, tendrás muchos trabajos y vivirás muchas vidas. 

Estoy de acuerdo contigo en que enamorarse es maravilloso. Sin embargo, hay una condición previa al amor: el respeto hacia uno mismo y hacia los demás. «Para alcanzar la felicidad, primero hay que ser digno de ser feliz», dijo Kant. Con el amor ocurre igual: empieza por tratarte con toda la dignidad que te mereces y lo demás llegará solo. El mejor antídoto contra los amores tóxicos es ser auténtico y conocerse a uno mismo.

Sé indulgente. Practica el arte de perdonarte, de tratarte bien a pesar de todo. La perfección no existe, no caigas en esa trampa. Consagra tu tiempo a aquello que para ti tenga sentido -aunque a los demás les parezca absurdo- y libérate de la opinión ajena. Al contrario de lo que te repiten, con los años, la vida se vuelve más fácil y divertida. Te queda lo mejor por delante, prepárate disfrutando hoy.

Los verdaderos amigos te impulsan a conseguir tus sueños. Te ayudan a progresar y a ser tu mejor versión. No es amistad si hay crítica continua, envidia y malos deseos. No regales tu compañía a quien no la merece. Atesora a los buenos amigos y pídeles perdón cuando te equivoques. 

Descubre la verdad tras las apariencias, los filtros y la realidad editada. Pegado a una pantalla consumes contenidos que a su vez te consumen. Lo superficial, fugaz y patológico te vacía. La intensidad y profundidad de la literatura, por el contrario, te proporciona plenitud. Leer es mucho más excitante, salvaje y revolucionario que cualquier red social. Además, no existen libros prohibidos para menores de 18. Aprovéchate.

Y viaja. El mejor antídoto contra los males de nuestro mundo (problemas de salud mental, odio al diferente...) es acercarse a otras culturas y lugares del planeta. Aprende idiomas, prueba nuevos sabores y descúbrete en la mirada del otro. Aléjate de tu familia para regresar a ella más fuerte y con más conocimientos. Nadie en su lecho de muerte dice: «Me arrepiento de haber viajado».