Opinión | De vuelta

Vinculación y descaro

Dice el sanchista Bolaños que lo firmado con el PP sobre el CGPJ es papel mojado, que luego, las Cortes son soberanas y decidirán lo conveniente. Lo que importaba al Idiócrata era salvar la cara ante Bruselas. Luego, la ultraizquierda montaraz y el soberanismo buitrero lograrán añadir cinco o seis vocales más, y los 3/5 decisorios en el Consejo estarán asegurados para soltar la gavilla de jueces sanchistas que archivarán a Begoña, revisarán y anularán todo cargo contra elementos del psoe, que se volverán sanchistas de inmediato. Alea jacta est, no; eso significa que alguien está dispuesto a luchar. La frase sería: Consumatum est, que quiere decir que las tropas republicanas han alcanzado sus últimos objetivos judiciales; el asalto al poder ha terminado. Sanchismo bolivariano tendremos desde otoño. Nada queda ya fuera del alcance de su poder.

«Todo el poder para los soviets, y lo que queda también». En Europa, preocupados con el reparto de poder, no tendrán más remedio que aceptar los hechos consumados, incluido el derecho de cuestión prejudicial para la amnistía: derogado. 

Puigdemont en Cataluña y el Idiócrata en Moncloa. Todo perfecto. Para Illa una embajada buena, como Washington o Berlín. Un Cándido/Tezanos para el CGPJ y a la porra las elecciones. 

Pero no se torturen el cerebro. González Pons, muy mal; pero, aunque hubiese colocado la cláusula vinculante, sería lo mismo. El argumento de que las Cortes son un estamento superior a los partidos, seguiría pudiendo más que lo vinculante. Las Cortes son soberanas. El Sanchismo no tiene vergüenza, ética ni dignidad alguna. Disfrazada de progresismo, yace en su fondo la ambición de poder del sujeto por todos sabido.

«Vayamos todos, y yo el primero, por la senda constitucional», dijo el felón Fernando VII. Lo mismo, cambiando lo cambiable, dice nuestro hombre. Lo firmado entre partidos, previo a su debate en las Cortes, no vale nada. Si Pons creyó que la mayoría aplastante de PSOE y PP aprobaría el texto firmado con Bolaños, ha sido un incauto de mucho cuidado. Hay que buscarle un despacho de tercera categoría con vistas a patio interior, en Génova, y alejarlo de instancias decisorias. 

Con el Sanchismo no se pacta. Hacer trampa, engañar es su condición innata, como la fábula de la rana y el escorpión. La rana se fio, y al llegar a la otra orilla, le picó con su agresivo aguijón el pérfido insecto. Era su sino, el de la rana ser engañada y el del escorpión atacar pinchando a quien se confía.

Consumatum est, ya digo.

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