Opinión | De vuelta

¿Nos rendimos?

El idiócrata está alcanzado sus últimos objetivos políticos: controlar todos los resortes del poder en España. Lo último no es la sumisión del Tribunal Constitucional, que ya tiene en lista de espera a Griñán, Koldo, Begoña y Barrabés. Todos saldrán absueltos. Y los que vengan. Delinquir en nombre de la izquierda y ultraizquierda sale gratis en España. Impunidad para ellos. Lo último, decía, es trufar de votos independentistas las actas de voto de los pueblos de la España no separatista, los resultados de las últimas elecciones, las europeas, para que los nacionalistas saquen un único diputado en Bruselas. Y seguir pagando la cuota de pantalón bajado ante Bildu y Junts. Niéguelo quien quiera: las elecciones en España no son limpias. Ni lo serán con el idiócrata al frente del Gobierno. Y ríase quien quiera, que más me río yo.

Por eso: ¿hay que darse por vencidos y admitir un kitschnerismo a lo Maduro en España? Son lo suficientemente inteligentes para saber que todo el dinero del Estado viene de las empresas de Ibex 35, y a eso no van a renunciar; a sus sueldos de cinco ceros anuales. La única alternativa a rendirse, y permanecer en el silencio de los corderos, es acogerse a la fe en España. ¿Quién la tiene aún? La fe en la España del 78. La mejor de la Historia. No superable, sólo igualable. Pero no desde la autocracia de ultraizquierda.

Darse por vencido es callar, cuando en cualquier ambiente, surja la polémica política, y los representantes de la izquierda totalitaria, antes ultraizquierda, presuman, directa o indirectamente, de la supremacía moral de la ideología colectivista. O hagan alarde del victimismo que en tiempos pasados sufrieron sus filas. No se calle en ese momento. Hable de las chekas, hable del diputado Pisarello, en el balcón de la Generalitat, tratando de romper la bandera española que portaba el representante del PP en aquel momento. Dicho acto es absolutamente equiparable al muy condenable hecho que ha perpetrado el presidente de las Cortes Baléaricas con el retrato de la comunista isleña asesinada antañazo.

Tener fe es no admitir ni media mención de triunfo en el florecimiento de la economía actual de España, basado en el despilfarro absoluto, cuya causa no es otra que el endeudamiento público, y la entrega gratis et amore de 70.000 millones de euros, como ‘gastos de pandemia’, regalado por la Europa de doña Úrsula, izquierdosa en las filas del PP europeo, y absolutamente obnubilada por el idiócrata. Hable de las trampas en el conteo de parados y el invento miserable de los fijos discontinuos. No acepte dejarse ganar en las disputas sociopolíticas que surjan, donde quiera que sea. Que la cosa quede en tablas, por lo menos. Que no digan la última palabra.

Callarse es rendirse. Mi vanidad me dice que pronto estaré inmerso en las listas que este sujeto –de archirrepetido apelativo aquí– quiere establecer. ¡Dejemos el silencio de los corderos!

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