Opinión | El retrovisor

Aquellos tiempos: Jesús Sánchez Blaya

Por el mostrador de Jesús Sánchez Blaya pasó lo más granado de la sociedad murciana, lo que le hace gran conocedor de nuestra tierra, sus gentes y, sobre todo, del pequeño comercio murciano

Jesús Sánchez Blaya con su ‘tata’ Teresa (1953).

Jesús Sánchez Blaya con su ‘tata’ Teresa (1953). / Alba

Un niño proporcionado en sus kilos. De mirada clara y aguda, la que manifiesta una inteligencia precoz. Aparece en brazos de su recordada ‘tata’ Teresa en su paseo diario por el Jardín de Floridablanca. Aquí donde lo tienen, el niño ‘Jesusín’, en su etapa colegial fue envidiado por profesores y alumnado marista debido a los bocadillos que gastaba en el horario de recreo matinal y en excursiones didácticas: lomo ibérico embuchado, atún de la acreditada marca viguesa Massó, jamón dulce con quesos variados, jamón serrano de pata negra y un largo etcétera de ‘delicatessen’, relleno habitual de aquel sublime pan elaborado en la tahona de la panadería Guillén de Trapería, esquina a Andrés Baquero. Nada que ver aquel pan con los actuales mendrugos de masa madre congelada que el futuro nos deparó.

Vino ‘El Nene’ (como le llamaba su señor padre) al mundo en el domicilio familiar, sito en González Adalid n.º 1, un otoñal 26 de septiembre de 1952, entre aromas de membrillos de la huerta murciana. Conciliaba sus sueños primerizos con el cuento de Garbancito de la Mancha, aquel niño que se tragó una ternera y que gritaba como un poseso: «¡En la barriga del buey!», para llamar la atención de quienes febrilmente lo buscaban.

Se inició en la lectura con los tebeos de Hazañas Bélicas, la Colección Historias de Bruguera y con las pajizas páginas de Superman, quedando entonces embelesado por la belleza despampanante de Lois Lane.

Niño de memoria prodigiosa, fue un buen estudiante, guardando un grato recuerdo, entre otros, del hermano marista Gabriel de la Casa, al que alumnos indisciplinados le apodaron ‘El Charro’. De su etapa colegial guarda un recuerdo imborrable, conservando una gran amistad con la mayoría de sus compañeros, al igual que del día de su boda. De brillante retórica, nuestro protagonista narra con todo lujo de detalles sus tardes de cine admirando a Errol Flynn, jugando a los ‘petos’ o a los dentistas con su camarada don Ceferino Pérez Albacete (ilustre estomatólogo), así como las tardes de deporte pasivo junto a la radio, aplaudiendo las jugadas de Gento, Puskas y Di Stéfano, jugadores del Real Madrid de sus amores. (Memorables sus polémicas por el Malecón con su gran amigo el llorado periodista Tomás Palazón, hincha del Barça).

Tras abandonar su impecable y listado ‘babi’ colegial, don Jesús marchó a la mili, etapa bizarra que realizó en Alcantarilla como cabo furrier en la Policía del Aire. Patriota insigne, aún se emociona con las gestas de España a lo largo de los siglos. Posee como aficiones la construcción de maquetas y, sobre todo, su devoción por la radio, de la que es conocido radioaficionado.

A los cinco años se inició como nazareno y cabo de andas del San Juan en la procesión del Viernes Santo murciano. Gastaba túnica corta en años más jóvenes, tras las medias de repizco siempre hizo gala de fornidos muslos y enérgicos golpes al trono para poner orden entre los estantes.

Ver a don Jesús cortar los enormes quesos Emmental con una cuerda de guitarra siempre fue un espectáculo. Por su mostrador pasó lo más granado de la sociedad murciana, lo que le hace gran conocedor de nuestra tierra, sus gentes y, sobre todo, del pequeño comercio murciano. Todo un cronista de la ciudad, y por ello, imprescindible tertuliano en tertulias en las que hace alarde de su prodigiosa memoria. Un murciano ilustre, conocedor como pocos de nuestra gastronomía, desde la extinta y centenaria ‘Fonda Negra’.

Profesión: propietario de la extinta y centenaria ‘Fonda Negra’.

Aficiones: tiro de precisión, radioaficionado y ver pasar la gente por Trapería.

Un paisaje: Murcia desde la Cresta del Gallo.

Un lujo: viajar por España.

Curiosidad: le gusta gandulear tras más de 50 años detrás del mostrador de su comercio.

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