100 veranos en la Región

La Caja de la Rusa: Los veranos en Águilas

"La pujanza del nuevo municipio vino de la minería, la industria del esparto, la pesca y, en la actualidad, del turismo"

La Caja de la Rusa: Los veranos en Águilas.

La Caja de la Rusa: Los veranos en Águilas.

Javier Lorente

Javier Lorente

No resulta fácil reconocer este rincón. Águilas ha crecido mucho esta zona, sobre todo desde 1813, cuando, gracias a la Constitución de Cádiz, se constituyó su Ayuntamiento propio, segregado de Lorca. La pujanza del nuevo municipio vino de la minería, la industria del esparto, la pesca y, en la actualidad, del turismo. Pero si vamos hacia atrás, según nos cuenta el arqueólogo y cronista oficial, Juan de Dios Hernández García, hay restos que nos demuestran la importancia de esta hermosa costa del Mediterráneo: asentamientos romanos que incluyen unas termas, viviendas y unas instalaciones para elaborar el famoso garum, que era imprescindible en la gastronomía del Imperio. También se han excavado asentamientos de la época árabe y, retrocediendo en el tiempo, hay restos prehistóricos en toda esta costa aguileña, desde el Paleolítico al Neolítico final o la época de la cultura Argárica.

Clave para descifrar esta ilustración de la ‘Caja de la Rusa’ es cotejarla con la colección fotográfica de Gustavo Gillman, en parte en el Archivo Fotográfico de la Región. Me apasiona aquella labor de los pioneros entregados a aquella fotografía que era mucho más laboriosa que apretarle al botón del móvil. La fotografía forma parte de nuestro patrimonio, tiene mucho de arte y creación, pero la fotografía histórica es imprescindible para la memoria y para la educación actual. Gillman fue un ingeniero civil y fotógrafo británico del último tercio del siglo XIX. Trabajó en España como ingeniero de minas y constructor de líneas de ferrocarril. Estuvo por estas tierras y por las de Almería, y de todo ello dejó un magnífico y espectacular legado fotográfico. Había nacido en Londres, en 1856, en una familia acomodada que le permitió una educación muy interesante y completa: dominaba ocho idiomas, el dibujo, la pintura, la música y la fotografía, y tenía los estudios de ingeniero de Minas y Obras Públicas. A España vino en 1876, justamente cuando el influyente Barón de Benifayó se construía su mansión junto al Mar Menor, y es más que probable que se llegasen a conocer.

Gillman fue fundamental en el desarrollo minero del sur de nuestro país y en la construcción de la línea de ferrocarril Lorca-Baza. Se instaló en Águilas, donde la compañía inglesa de ferrocarriles en España tenía sus oficinas. Una de sus obras que aún perdura es el diseño y construcción del embarcadero del Hornillo, esa monumental construcción de hierro que servía para que los trenes mineros cargasen el mineral en los buques mercantes. El dominio técnico de sus fotografías es indudable, llegando, incluso, a controlar en 1908 un complicado y novedoso proceso para realizar fotos en color llamado autocrome. Pero lo más interesante era su mirada tan personal, su acercamiento a la figura humana dentro del paisaje y en las actividades de la época, fuesen cotidianas o laborales.

No fueron pocas las compañías inglesas que emprendieron multitud de negocios en aquella época, a parte de los citados de minería y ferrocarril, no faltaron las compañías de aguas que surtían, con sus obras de ingeniería, a ciudades como Cartagena. También otras empresas más sorprendentes aún, como la de fabricar papel con el esparto de Águilas.

Lo que nos queda es este lugar privilegiado del Mediterráneo, inmensamente bella esta costa, con sus islas y con sus gentes que la dominaron.