Opinión | La balanza inmóvil

Un ciudadano

Gracias, señor presidente, por hacerme partícipe de ese amor conyugal, de sus dudas sobre si merece la pena o no gobernar este país, y por comunicarme que se iba a marchar cinco días al rincón de pensar del palacio donde vive

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado 29 de abril, durante su comparecencia.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado 29 de abril, durante su comparecencia. / Moncloa

Gracias, señor presidente, por la atenta carta que nos dirigió a la ciudadanía, para comunicarnos que se recluía cinco días con la finalidad de reflexionar y decidir si valía la pena seguir al mando. Y ello, principalmente, porque un juez abrió unas diligencias previas contra su esposa. Desde luego, no sería el primer caso que se investiga y posteriormente se archiva en la historia del derecho español. No obstante, me hubiera gustado que este intercambio de misivas se hubiese realizado a través de cartas manuscritas con cuartillas de cuadros azules, rosas o verdes, como antaño, por ser más romántico, como el amor que usted profesa a su cónyuge, que, como imaginará, a la ciudadanía eso le importa un bledo, porque lo que le interesa es que usted gestione bien este país, aunque no sea el mismo que el de algunos de sus socios de gobierno. Pero no, hoy las tecnologías, que son la tumba del romanticismo, obligan a que la comunicación se haga a través de las redes sociales, y yo, como receptor de la carta, le conteste a través de un medio de comunicación.

Gracias, señor presidente, por hacerme partícipe de ese amor conyugal, de sus dudas sobre si merece la pena o no gobernar este país, y por comunicarme que se iba a marchar cinco días al rincón de pensar del palacio donde vive. Me reconforta mucho que el presidente de mi país se pare a pensar. Eso se llama madurez de un enamorado, por lo que le felicito, aplaudo y me solidarizo. Es verdad que, cuando se meten con un ser querido te duele más que si lo hicieran contigo mismo. Si no, que se lo pregunten a todas esas viudas/os, hermanos/as, padres, madres y familiares en general, cuando en otro tiempo los mataban los antecesores de sus socios de gobierno. Eso sí que es dolor y no que le abran unas diligencias previas a su esposa, que si es inocente se archivarán ‘ipso facto’, como ya ha pedido el fiscal. Aquello sí que era para pensar y rezar. Desde Finisterre hasta Cádiz, todos hemos sentido durante años, miedo a un atentado personal o social, por eso espero que en sus reflexiones haya incluido esta verdad.

El Estado de derecho, el principio constitucional de igualdad de todos los españoles ante la ley y la independencia judicial, deseo que también haya tenido un hueco en sus meditaciones. No olvide que más del 60% de los españoles están inquietos con esta deriva

Hasta el obispo de Orihuela, monseñor Munilla, ha dicho que «estamos en riesgo de poner en peligro la independencia judicial». La seguridad en un Estado de derecho la da esa independencia, al igual que los políticos hagan unas buenas leyes y el Ejecutivo un buen gobierno. Si se legisla en contra de la mayoría de una ciudadanía, o sometido a las exigencias de una minoría, las consecuencias pueden ser, como mínimo, ir al rincón de pensar, y como máximo, destruir la convivencia entre todos los ciudadanos a los que nos ha escrito. Paradójicamente, dice que se está legislando para que exista una pacífica convivencia entre todos. Pero, como sabe, la realidad es todo lo contrario. Se está dividiendo el país en contra y a favor de usted, a favor y en contra de la amnistía, a favor y en contra del independentismo, e incluso unos independentistas frente a otros. Eso no es generar buena convivencia, sino todo lo contrario, crispación e indignación. Incluso dentro de su propio partido ha conseguido dividir a sus afiliados, pues salvo que peligren sus puestos de trabajo, los independientes se lo han venido diciendo constantemente, algunos en activo y otros carismáticos socialistas ya retirados.

Gracias, señor presidente, por su sacrificio al seguir al frente del Ejecutivo. Ha demostrado gran valor para lo que le espera, cuando los independentistas empiecen a exigirle cosas que ni siquiera usted pueda dárselas. No creo que, en su agenda, como dicen los mal pensados, esté sofocar la independencia judicial y la de prensa. Su muy demostrado interés social se lo impide. No creo tampoco que su decisión esté motivada por aferrarse al poder, sino para que España en Europa no dé una imagen de desestabilización y de república bananera, cuando la realidad es otra muy diferente, somos un país unido, que llega a fin de mes sobrado y con una posibilidad de trabajo y de adquisiciones inmobiliarias para nuestra juventud fuera de lo normal.

Con el deseo de que no se vea forzado otra vez a tener que pensar, espero que, al recibo de esta, se encuentre bien, yo lo estoy, gracias a Dios.

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