Opinión | Pasado a limpio

Le jour de gloire est arrivé!

Nico Williams y Lamine Yamal han hecho más por la convivencia que todos los llamamientos contra la xenofobia y el racismo

Lamine Yamal y Nico Williams tras convertirse en campeones de la Eurocopa.

Lamine Yamal y Nico Williams tras convertirse en campeones de la Eurocopa. / EFE/Alberto Estévez

En menos de siete días, nuestra selección de fútbol ha derrotado a Francia e Inglaterra y se ha proclamado campeona de Europa. Por ello continuamos con los versos de la marsellesa, más apropiados que el God Save the King –compuesta en francés como Grand Dieu sauve le Roi, dedicada a Luis XIV antes de la existencia del copyright-.

Los laureles deportivos han aunado al país por unas horas. Posiblemente, Nico Williams y Lamine Yamal han hecho más por la convivencia que todos los llamamientos contra la xenofobia y el racismo, sin dejar en el tintero que los goles de la final fueron de futbolistas vascos y que el máximo goleador de la selección es catalán. La conclusión está servida: el esfuerzo de todos nos hace mejores. Y el corolario: no despreciemos a quienes trabajan con nosotros codo con codo por el hecho de ser de una condición distinta a la nuestra.

Escuchamos repetido hasta la saciedad que uno está orgulloso de ser español, o murciano o palmareño -por Carlos Alcaraz, laureado en Londres-. Conviene recordar que lo que se tiene de natural puede hacernos afortunados, pero lo que conseguimos por hacer lo suficiente o lo necesario es lo que nos satisface. El orgullo de cuna tiene más que ver con pavonearse que con los logros personales.

Mientras una generación de deportistas alcanza los laureles del triunfo, otra de políticos debate qué hacer con los jóvenes inmigrantes que saturan los centros de acogida canarios. Vox rompe sus compromisos de gobierno en varias comunidades autónomas porque el PP acepta acoger a 350 menores no acompañados. La decisión parece más una imposición del líder que un acuerdo consensuado, pero no cambia el calificativo de miserable. La intransigencia de Vox lava la cara al PP, que forzaba su discurso entre la realidad y el deseo, pero Canarias no resuelve la sobrecarga con tan precaria medida.

Conviene recordar que la protección de los menores es un principio normativo básico en nuestra legislación, hasta el punto de que los tribunales lo consideran una cuestión de orden público. En términos coloquiales: es derecho necesario, imperativo. Verbigracia, en un divorcio, el juez de familia puede dictar resoluciones sobre protección de los menores que no le han pedido los progenitores e incluso contrarias a lo que le hayan solicitado, si considera que eso perjudica gravemente el interés más necesitado de protección. Ítem más, las deportaciones de menores a Marruecos en mayo de 2021, a raíz de la entrada masiva de inmigrantes en Ceuta, fueron declaradas ilegales por el Tribunal Supremo, lo que constituyó un varapalo tan vergonzante al ministro Fernando Grande-Marlaska que su dimisión no habría merecido ninguna objeción, más si tenemos en cuenta su pasado en la carrera judicial, que convierte en bochornosas sus declaraciones posteriores, indignas del Gobierno y del país que representa.

Nico Williams, autor del primer gol de la final, es hijo de inmigrantes ghaneses que llegaron a España saltando la valla de Melilla después de haber atravesado el Sahara. La epopeya la cuenta con su hermano Iñaki: sus padres estuvieron a punto de morir en el desierto, abandonados y estafados por las mafias de la migración, y sufrieron mil penalidades. Su objetivo era llegar al Reino Unido, pero dieron con unas buenas personas -expresión literal de los hermanos- que les ayudaron a establecerse en el País Vasco.

Nico podría haber sido un menor de los que llaman despectivamente ‘menas’ los ultras y quienes no lo son tanto. Los insolidarios dicen que podían estar mejor con sus padres en sus países de origen. Será quienes tengan padres y según, porque quizá los suburbios locales todavía sean un paraíso al lado del lugar del que proceden.

Nico sí puede decir que está orgulloso de ser español, porque sus padres y él han currado de lo lindo para serlo.

El mejor jugador del torneo, Rodrigo Hernández, juega en el City de Guardiola. En la celebración se descolgó con un «Gibraltar español» que ya ha sido duramente criticado en Inglaterra. Pero esa es otra historia, porque Rodri es emigrante.

Nico y Rodri son dos casos privilegiados, pero como ellos hay miles que no son campeones de Europa

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