Opinión | El blog del funcionario

Gobierno regional: demasiados cambios

Convertir temporalmente algunas Consejerías en una especie de cortijo nos lleva a cualquier lugar lejos de la eficacia y la eficiencia

Foto de archivo de María del Valle Miguélez, consejera de Empresa de la Región de Murcia.

Foto de archivo de María del Valle Miguélez, consejera de Empresa de la Región de Murcia. / Iván Urquízar / LMU

En Educación ha habido siete consejeros y consejeras en los últimos siete años, en Obras Públicas -ahora Fomento- mucho peor, once consejeros en los últimos quince años, y así podríamos ir desglosando el rosario de consejeros y consejeras que han ocupado un departamento en los últimos años. Un auténtico disparate.

Quien se lleva la palma sigue siendo el exconsejero tránsfuga de Ciudadanos, Francisco Álvarez, que no estuvo ni un mes en el cargo, lo que es la prueba del algodón de que esto no es muy serio.

Pero más allá de los cambios permanentes y constantes, que lo único que consiguen es deteriorar el propio servicio público, apostando por las ocurrencias personales del consejero o consejera de turno, llegamos incluso a nombrar máxima representante del personal docente a una consejera negacionista del covid, e incluso rizando el rizo, formaba parte del Comité regional en la lucha contra el virus; manda huevos, el mayor problema es el nivel de algunos jefes de estos departamentos.

Que la exdiputada Valle Miguélez alcanzara el status de consejera es el mayor ejemplo de la decadencia de un puesto -el de consejero o consejera- que, en principio, debería estar diseñado para líderes en sus respectivos campos laborales, pero la política, o mejor dicho, la mala política, conlleva que pongamos al frente de cientos de empleados públicos y a gestionar el dinero de los contribuyentes a personas que jamás habían ni tan siquiera soñado con formar parte de los Gobiernos regionales de la historia de esta Región.

Así es difícil, por no decir imposible, marcar una hoja de ruta para el fin con el que se nombran a estas personas: servir a la sociedad desde el ámbito público.

Los servicios públicos siguen deteriorándose día a día, el papel de los empleados públicos comienza, en muchos casos, a ser residual, y siempre que un político es llamado ante el juez o el fiscal a declarar, la respuesta es siempre la misma: «Yo firmaba lo que me decían los funcionarios».

Y es que, hace tiempo, muchos de los responsables de determinados servicios públicos se negaban a firmar, y cuando eso sucedía, siempre aparecía el funcionario -muchas veces interino- que, por favores o presiones, estampaba su firma en un documento del que era conocedor que traspasaba determinadas líneas rojas.

Convertir temporalmente algunas Consejerías en una especie de cortijo, y seguir dando bandazos como mucho cada año y medio, nos lleva a cualquier lugar lejos de la eficacia y la eficiencia.

Sería bueno que empezáramos a pensar que cosas tan serias, como es el dinero público, ni pueden ni deben estar a libre albedrío, y es que como decía mi gran amigo, hoy felizmente jubilado: «Desengáñate, Miguel, esta empresa jamás funcionará».

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