Opinión | El retrovisor

«¡Ya no va más!»

Ofrece el verano el tiempo necesario para dar capricho al cuerpo, para dejarse llevar por el relax que nos niegan otras estaciones del año, aliviar los hábitos a los que nos obliga la rutina.

No fue el cine de verano, tan de mi gusto, sino una película española, sintonizada por casualidad en el canal FlixOlé, la que llamó mi atención. En su tiempo, 1988, no obtuvo un Oscar, ni tan siquiera un Goya. Lo grande de la cinta es que estuviera rodada en Murcia y su litoral.

Repantigado en el sofá, el ventilador al máximo de revoluciones, con una buena provisión de patatas fritas y algún que otro refresco para suavizar el gaznate, me dispuse a ver una película entrañable: ¡Ya no va más!, que dirigió Mariano Ozores en los tiempos de las verdes praderas. Por salir, salgo hasta yo de mirón en tan memorable comedia. Resulta entrañable volver a ver la Murcia de hace 36 años: la torre de la Catedral, Belluga, la Glorieta, la plaza de las Flores, aquella Manga a la que aún no había llegado la congestión urbanística, o el Mar Menor.

Lo importante fueron los patrocinadores de la mencionada película y los murcianos que intervinieron, junto a Antonio Ozores y Ricardo Merino, con escenas rodadas en el interior de la desaparecida tienda de Cerdán Hermanos en Calderón de la Barca. Se puede admirar la actuación de su propietario, el popular empresario José Cerdán. En otras escenas nos encontramos con el gran actor murciano Antonio de Béjar junto a Rafael Hernández, al igual que, en un papel de agente inmobilario, mostrando un piso, podemos admirar a Juan Serrano Masegoso.

Los patrocinadores eran evidentes: bodegones de los zumos Juver en primer plano, mientras Ozores da cuenta de un salchichón de El Pozo, y cuando no, aparece junto a enormes camiones de la misma marca como fondo con el resto de protagonistas: Loreto y Marta Valverde, Fedra Lorente o Tomás Zori.

La Manga en todo su esplendor virginal y su Casino del Mar Menor acogen la peripecias de un sufrido empleado de clase media al que no le salen las cuentas a fin de mes. Y descubre el juego de la ruleta en el citado casino. Un ‘remake de Los bingueros que no pasa desapercibida debido a la nostalgia de aquella Murcia de los ochenta y de murcianos entrañables en plena juventud, mirones y extras que debido a la curiosidad que suscita un rodaje aparecen en tan mediocre película.

No se la pierdan, el guión es lo de menos.

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