Opinión | Olvido y memoria
Juan Bautista Sanz
Memoria de Manuel Jorge Aragoneses
Cuando le conocí, en los años 70, le reconocí como un hombre sabio, un riguroso hombre de ciencia cargado de humanidad. Bien vestido, gustaba de usar pajarita y trajes cruzados en algunos actos más o menos solemnes, aunque también a diario.
Manuel Jorge Aragoneses había nacido en Madrid, en 1927 y llegado a Murcia en 1954, con tan solo 27 años. Procedía de Oviedo adonde llegó en 1951 para dirigir el Museo Arqueológico de la capital asturiana. Historiador y museólogo ingresó en el Cuerpo de Archivos, Bibliotecarios y Arqueólogos; la fecunda labor que realizó en nuestra región en aquellas disciplinas fue de un valor extraordinario. Remodeló el Museo de la Trinidad o de Bellas Artes, y la Casa de la Cultura de Murcia, en cuya residencia oficial vivió.
El recuerdo de su personalidad se acrecienta en estos días con la recuperación de los murales de Hernández Carpe del hoy Museo Arqueológico (Casa de la Cultura, por entonces) que representan la entrada del Infante Alfonso, luego Rey Alfonso X el Sabio, en la ciudad de Murcia. Aragoneses fue la persona que encargó al gran pintor de Espinardo, la ejecución de aquellos trabajos, dándole precisas instrucciones del contenido histórico al artista, que las cumplió con extremada eficacia, genial interpretación plástica y gran belleza. Sorprende que dos muchachos tan jóvenes, Aragoneses y Carpe, de 27 y 34 años, respectivamente, acometieran aquellas obras que han provocado la admiración desde 1955, año en el que se ejecutaron. También se debió a don Manuel Jorge la iniciativa de encargar al pintor José Antonio Molina Sánchez la decoración mural de la Biblioteca Infantil que se situaba en el mismo edificio, obras de máximo interés que representaban joviales juegos de niños y que hoy están, muy lamentablemente, en paradero desconocido, cuestión que sonroja la memoria y el desvelo debido a la integridad de nuestro Patrimonio.
Hubo importantísimas intervenciones en los museos de la ciudad en aquella época con la magnífica gestión en la dirección de aquellas instituciones. Aragoneses, en los primeros años 70, fue adquiriendo abundantes piezas de artistas del vigoroso siglo XX, para las colecciones del hoy MUBAM; las adquiría en galerías de arte murcianas y estudios al precio unitario y generalizado de 10.000 pesetas por obra, lo que resultó un revulsivo económico, a pesar de la modesta contraprestación, y sobre todo artístico en el espíritu de aquellos plásticos que quedaban así, definitiva y felizmente representados en el Museo.
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