Opinión | Erre que erre (rock 'n' roll)

Vecinos

Si para algo hay que tener suerte en esta vida, es para que te toquen unos buenos vecinos

Unsplash

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Hay quien piensa que la suerte no es más que el cruce de caminos entre la preparación y la oportunidad; y otros comentan que en esta vida hasta para ser perro hay que tener de tu parte el azar. Pero uno es realmente afortunado cuando por fin consigue una vivienda propia, porque suena a libertad... Imaginen una casa donde tienes toda la potestad para hacer, decorar, o enfocar un futuro mejor sobre un sustento soberano e infalible, un suelo que te permita pisar seguro.

En este nuestro querido país se necesitan siete años y medio de salario bruto para adquirir una vivienda, o lo que es lo mismo, se tiene que destinar más del 39% de nuestros ingresos mensuales para poder hacer frente a una hipoteca, el mayor esfuerzo desde hace 12 años, según los últimos datos publicados por el Banco de España. Todo nos parece poco si la recompensa es haber creado un hogar, sentirse cómodamente protegido entre cuatro paredes que son refugio y libertad al mismo tiempo. Y, de repente, todo se tambalea. Cuatro residentes que con tanto esfuerzo adquirieron esa vivienda de protección social, destinada a un número reducido de jóvenes cuyos requisitos iban desde tener un trabajo fijo y bien remunerado con apenas 25 años, hasta beber sangre de dragón, han pasado a mejor vida y han vendido o alquilado su morada a ignotos semibárbaros. Porque si para algo hay que tener suerte en esta vida, es para que te toquen unos buenos vecinos.

A mí me han contado que existen, que hay seres capaces de vivir en comunidad sin la necesidad imperiosa de mover muebles entrada la madrugada, de escuchar una música adecuada a un volumen digamos aceptable, o mantener las zonas comunes saludables. Y cuéntenme si conocen a alguien que no tenga media queja de munícipe o vecino escandaloso, a no ser que se hayan recluido en alguna casa aislada de alguna aldea retirada

Uno de los mejores retratistas del costumbrismo británico, y sublime observador de vidas ajenas, el gran Ray Davies, nos relató estas y otras vivencias en un maravilloso disco en solitario (Other People’s Lives) cuando dejó The Kinks. Y un camarada del músico inglés, que de igual forma mantiene la sensibilidad intacta, mi admirado y queridísimo Miguel Bañón, escribió la majestuosa tonada Espío a mi vecina para su banda, Los Marañones, como particularidad a tener bien en cuenta de que en esto de compartir escalera y ascensor con individuos ajenos, personajes non gratos en algún caso, siempre es posible cambiar las tornas para crear una bonita canción.

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