La Feliz Gobernación

Garre, presidente

"En caso de que López Miras no consiga la mayoría absoluta, puede darse como muy probable que el de Torre Pacheco sea elegido presidente de la Asamblea Regional, de la que ya fue vicepresidente primero"

Alberto Garre.

Alberto Garre. / Israel Sánchez

Ángel Montiel

Ángel Montiel

Alberto Garre ha fichado por Vox. La operación, gestada a lo largo de las últimas semanas en conversaciones con José Ángel Antelo, se cerró ayer en Madrid durante un almuerzo con Santiago Abascal en el restaurante Dolan. Irá en un puesto destacado en la candidatura autonómica que encabezará el presidente provincial (así llaman al líder regional). Esto significa que, en caso de que Fernando López Miras no consiga la mayoría absoluta, puede darse como muy probable que el de Torre Pacheco sea elegido presidente de la Asamblea Regional, de la que ya fue vicepresidente primero. Da igual si el pacto PP-Vox es de Gobierno o simplemente parlamentario.

Ya estoy viendo la idea fuerza de Vox para lanzar este fichaje: el único expresidente de la Comunidad promovido por el PP para el que ningún juez o fiscal solicita pena de cárcel.

Garre no es de Vox, pero quien haya seguido sus artículos semanales en este periódico (Carta de un expresidente) sabe que sus posiciones políticas en algunos aspectos son coincidentes. En particular, las relativas al capítulo agua, en el que los abascales cuentan con un gran respaldo en la Región, muy especialmente en la franja territorial de su procedencia. La incorporación de Garre servirá a Vox para reforzar si cabe el apoyo de una buena parte del sector agrícola, que fue decisivo para que ese partido ganara en la Región las últimas elecciones generales.

El expresidente presenta, por lo demás, un perfil conservador, lo que le permite encajar sin problemas en esta nueva ubicación, aunque también puede aportar moderación respecto a la línea dura. Pero, sobre todo, el prestigio de Garre, aquello que le añade simpatías más allá de quienes comparten su ideología, se debe a que durante el año en que fue presidente de la Comunidad rompió la opacidad sobre casos en curso de presunta corrupción (Novo Carhago, desaladora...), colaborando activamente con la Justicia, y paró los pies a los promotores privados del aeropuerto regional, que pretendían aprovechar el interés electoral del presidente autonómico del PP para hacerle firmar un contrato leonino. En ese trayecto se desembarazó del consejero de Agricultura Antonio Cerdá y del comisario económico que pretendía tutelarlo, Vicente Martínez Pujalte. Su relación con Valcárcel, que fue quien lo promovió a la presidencia con la precipitación que le exigía tomar el tren del Parlamento Europeo, se quebró al ejercer el cargo con todas las consecuencias. Y el hecho de que el aparato del partido estuviera en manos de Pedro Antonio Sánchez, que aspiraba a sustituirlo a pesar de llevar a la cola varias imputaciones por presunta corrupción, concluyó con su aislamiento en el PP, incluso mientras presidía el Gobierno.

Durante su mandato se dictaron leyes relativas a la transparencia y a la regeneración política (limitación de mandatos, Buen Gobierno...) que en la actual legislatura han sido derogadas o modificadas. Es decir, Garre puede exhibir una actitud activa contra la corrupción, pues tiene de la política una concepción legalista que se detecta en que sus discursos y artículos suelen estar trufados de referencias específicas a todo tipo de normativas, hasta el punto de que a veces parece primar el abogado sobre el político.

Tal vez, sin embargo, llame la atención que quien fundara un partido regionalista, Somos, se presente finalmente por otro que dice no creer en las autonomías, pero lo cierto es que hace política autonómica.

La campaña electoral murciana se libra entre el PP y Vox, con la izquierda al fondo, de modo que el fichaje de Garre supone una presencia incómoda para los de López Miras, que no contaban con tenerlo en la Asamblea, acabe siendo o no quien la presida. Algunos recuerdan que en las pasadas autonómicas, si bien Somos no obtuvo representación, su concurrencia sirvió para que el PP perdiera la mayoría absoluta al diversificar los votos de la derecha.

El tesón político del expresidente Garre es a prueba de bomba. Con él, como se ve, no hay quien pueda.