Ley de Bienestar Animal

Vecinos ‘felinos’ cuidan 1.700 gatos callejeros en Murcia

El Ayuntamiento se alía con protectoras y ciudadanos amantes de los animales para controlar dichas colonias, que deben ser esterilizadas para que no proliferen en el municipio

Una colonia felina en La Alberca.

Una colonia felina en La Alberca. / Asociación Animur

Antonio Susarte Escámez

Parlamentos y asambleas elaboran las leyes. Gobiernos y Ayuntamientos tienen encomendada la misión de ejecutarlas. Sin embargo, en ocasiones por inviabilidad, y con frecuencia por falta de presupuesto, la medida ideada teóricamente por el legislador no puede ser acometida en la práctica por las entidades locales. Es en estos momentos cuando a veces surge desde abajo la colaboración ciudadana.

Si existen en este fenómeno casos arquetípicos, probablemente uno de ellos sea la problemática de los gatos callejeros, ahora denominados gatos comunitarios por la nueva Ley de Bienestar Animal. Entre las variadas críticas provenientes de la comunidad científica que han rodeado a esta ley desde su primer borrador, algunas se dirigen a la regulación de las colonias felinas. El nuevo programa ‘ético’ de gestión encomendado a los ayuntamientos resulta impracticable a ojos de algunos, y representa una amenaza para desestabilizar los precarios presupuestos de muchos municipios.

Desde siempre, ante la dificultad de ejecución de este tipo de planes, cuando no por su ausencia o desaciertos, han aparecido voluntarios que se prestan a ocuparse de los gatos y, con ahínco, exigen un estatus jurídico. En la Región de Murcia los hay a montones y, ahora, la nueva ley ha venido a colmar sus exigencias fomentando su participación en el programa y legalizando su actividad al crear la figura del ‘cuidador comunitario’: persona que tras la debida obtención de un carné es acreditada para atender los gatos pertenecientes a una colonia, siguiendo, eso sí, un método muy concreto que la ley expresamente estipula: el método CER (Captura, Esterilización y Retorno).

Cuidadores capturan gatos para que sean castrados en el veterinario. | ANTONIO SUSARTE

Cuidadores capturan gatos para que sean castrados en el veterinario. / ANTONIO SUSARTE

Captura

«El papel del voluntariado es clave», señala Pilar Torres, la concejala de Salud del Ayuntamiento de Murcia. A través de los cuidadores, organizados en el más visible de los casos como protectoras, y cuando no, como un grupo de vecinos anónimo, el Ayuntamiento de Murcia canaliza el trabajo a pie de campo del programa. «Toda colonia debe estar vinculada a una protectora», prosigue la concejala. Agrupadas en la Federación Animur, protectoras como Vecinos Felinos o Catmur resultan imprescindibles si lo que se pretende es que el método CER sea efectivo. Porque de nada sirve un programa y método perfectamente delimitados desde arriba si no existen personas abajo que se llenen de barro para llevarlo a cabo. Tampoco, si no existe una comunicación que facilite la localización y el censo de las colonias. «La implicación de los alcaldes pedáneos en tareas de identificación es determinante para poder desplegar el método CER», destaca en este sentido la concejala.

Diferencias entre gatos ferales y gatos domésticos

La especie es la misma. La única diferencia reside en el grado de socialización y por tanto en su tratamiento. Si son sociables se abre la puerta a la vía de la adopción. Si no lo son, deben permanecer en la colonia, de lo contrario la adopción supondría un estrés crónico para el animal. Esta diferencia en la naturaleza del gato es genética, se traslada de madre a hijo. Con todo, en algunos casos existe una ventana de socialización en los dos o tres primeros meses.

Generada la confianza entre cuidador y animal, y estudiada la colonia a fondo, ahora sí, es procedente la captura para la posterior castración. Desde el terreno y en plena misión nos enseña esta delicada operación Cari Marín, cuidadora de la protectora Vecinos Felinos, y coordinadora de la Federación Animur. Generada la confianza entre cuidador y animal y estudiada la colonia, ahora sí, le sigue la captura. «Hay que capturarlos a la hora que tú le pones la comida que es la hora a la que salen», explica Cari. Ya, en la jaula, se tapan enseguida con una sábana para tranquilizarlos y los trasladan a un veterinario. Se trata de un método perfeccionado por años de «ensayo y error», y que ahora imparten a través de cursos de formación.

La colonia de gatos, en la asociación.

La colonia de gatos, en la asociación. / Animur

Esterilización

Solo a partir de un 75% de la colonia sin capacidad reproductora (esterilizados), este método comienza a dar sus frutos. Una evidencia científica que limita la efectividad del método CER si no es aplicado con alta intensidad y rapidez. La esterilización dispersa y esporádica, en ningún caso, reduce la población. Cari lo tiene en cuenta: «Si no se cierra la colonia y se queda una gata sin castrar, en un año tienes la colonia descontrolada otra vez». Una peculiaridad del método que explica el imperativo legal de identificar con un microchip y castrar a nuestros gatos domésticos. «Un gato abandonado por su dueño va a echar por la borda todo lo trabajado», explica Cari. «Necesitamos de esa colaboración indirecta por parte de los ciudadanos», apunta en ese mismo sentido Rocío Jiménez, una veterinaria en ejercicio que colabora estrechamente con las protectoras. Los gatos son extremadamente territoriales. Una colonia castrada en su totalidad se mantiene en equilibrio porque no va a dejar entrar a otros gatos. «Los gatos castrados y desparasitados en el veterinario y pacificados por el cuidado del protector retornan y viven en la misma colonia que de forma natural irá disminuyendo hasta desaparecer», apunta Rocío.

Diferencias entre gatos ferales y gatos domésticos

La especie es la misma. La única diferencia reside en el grado de socialización y por tanto en su tratamiento. Si son sociables se abre la puerta a la vía de la adopción. Si no lo son, deben permanecer en la colonia, de lo contrario la adopción supondría un estrés crónico para el animal. Esta diferencia en la naturaleza del gato es genética, se traslada de madre a hijo. Con todo, en algunos casos existe una ventana de socialización en los dos o tres primeros meses. 

Retorno

La sobrepoblación de gatos ferales son una gran fuente de conflictos de muy diversa índole, desde molestias a los vecinos hasta potenciales problemas de salud pública e incluso riesgos para la biodiversidad. La nueva ley prohíbe la retirada de los gatos de sus colonias salvo en contadas excepciones en la que esté en peligro la vida del animal o bien pueda y vaya a ser adoptado. Por descontado, prohíbe el sacrificio. El carácter más protector del método CER se contrapone a métodos tradicionales más drásticos como la eutanasia. Mientras un método reduce la población en el largo plazo, el otro elimina los problemas inmediatamente, pero no es ético ni eficaz a la larga. «El nicho vacío que supone el sacrificio o la reubicación será ocupado por otros gatos y el problema seguirá de fondo persistiría», afirma Rocío. El acalorado debate entre vecinos, conservacionistas y protectoras parece carecer de sentido si advertimos que todas las partes quieren lo mismo. «Se creen que vamos a multiplicarlos, y es justo al contrario», insiste Cari. Todos coinciden en el diagnóstico del problema, pero discrepan en el modo de solucionarlo.

Una alianza institucional

Pero no es la ayuda de las protectoras la única razón por la cual el Ayuntamiento de Murcia es «un referente y pionero en el ámbito nacional», tal y como asegura la concejala. La alianza institucional reflejada en la Mesa de Bienestar Animal del pasado 7 de mayo entre la Policía Local, la Facultad de Veterinaria, las Consejerías de Salud y Agricultura, el Colegio de Veterinarios y las Protectoras es el verdadero motivo que explica que el municipio este pudiendo satisfacer con éxito la ambiciosa Ley de Bienestar animal. «Ya veníamos trabajando y por eso ha sido muy fácil adoptar la normativa estatal a nuestro programa», afirma la concejala.

De los 1.757 gatos distribuidos en el municipio en 161 colonias, 400 ya han sido castrados tanto en clínicas externas como en Zoonosis: el propio Centro Municipal de Protección Animal. «Estamos consiguiendo controlar y proteger, al mismo tiempo que disminuir paulatinamente la población de gatos», apunta la concejala. Sin embargo, a juicio de las protectoras aún queda mucho por hacer. «Si no existe un cambio de la mentalidad en la sociedad poco podemos hacer», reflejan cuidadores de Vecinos Felinos y Catmur.

Cari, como la mediadora entre los particulares y el Ayuntamiento, encuentra en la ignorancia sobre la tarea de las protectoras el gran obstáculo. «La policía no está al tanto», explica. Los cuidadores son la cara más visible del método CER. Se han visto envueltos en continuas trifulcas con vecinos. Si te quedas en la «superficie» del método te puedes llevar una imagen equivocada y malinterpretar una misión que no busca la proliferación, sino la reducción hasta que la presencia de una especie en un entorno donde no pertenece pase a ser lo que ha terminado siendo la presencia de los perros en la calle: una anécdota.