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PREMIO EMPRESARIO DEL AÑO

“Creo que no hay avión que vuele en Europa que no tenga algo nuestro”

Francisco Puga - Premio Empresario del Año
Texto: Adrián Amoedo

Francisco Puga no tiene fecha para dejar lo suyo. A sus 70 años recién cumplidos, o “60 y 10” como dice él, el gran impulsor de Delta Vigo, compañía especializada principalmente en aeronáutica, piensa todavía en el corto, medio y largo plazo de su empresa. Aunque tiene el relevo ya asegurado dentro de la familia, planea seguir hasta que el cuerpo aguante. Le gusta su trabajo, y una breve charla con él basta para dejarlo patente. El grupo que preside cuenta con 75 años de historia, una facturación de 50 millones de euros y una plantilla altamente cualificada. Algunos dentro de la firma le llaman “visionario”, pero él rechaza cualquier tipo de alabanza.

Debe estar ya muy acostumbrados a los reconocimientos.

Tengo que decir que soy incapaz de recoger un premio a título personal. No puedo, porque el equipo que yo tengo es el que propicia cualquier reconocimiento. Esto es así. Las veces que los he recogido siempre he descargado el agradecimiento en quién lo merece. Además, yo soy un tío muy mediocre (ríe); tengo gente aquí mucho más válida que yo.



Saber rodearse de gente capaz es también de ser un buen líder, ¿no?

Sí, pero al final el que recibe el premio soy yo.

Sea como sea, son 75 años de supervivencia y éxito empresarial. No es algo muy habitual.

Evidentemente. Yo soy segunda generación y el destino me tenía preparado esto. Las cosas se han hecho bien, pero cuando llegué a Delta era una empresa muy pequeñita. Los valores que recogí de mi padre sí que me han valido. Trabajé 13 años de manera continuada e intensa con él y, aunque hoy tengo la oportunidad de dirigir una gran empresa, también pasé por los tres estadios dimensionales: micro, pequeña y mediana. Eso va dejando un aprendizaje y como siempre digo, el modelo de Delta los he apoyado en dos pilares inseparables: valores humanos y conocimiento. Si eso lo logras, y eres capaz de mantenerlo, eres capaz de tener una empresa con tantos años y el orgullo de dirigirla, porque nada puede ser mejor.

Crecieron mucho, pero de forma lenta y sostenida. ¿Ha sido ese el secreto?

Yo redacté el modelo de Delta hace 45 años. Está apoyado en eso y no ha variado. ¿Qué ha cambiado? En la parte estructural hemos tenido que crecer y seguiremos teniendo que crecer, pero siempre con ese control que requiere una empresa muy tecnológica. Es jugar a gran empresa y no empresa grande.

¿Y qué vaticina que será de Delta en los próximos 75 años?

De momento tenemos la hoja de ruta marcada hasta 2047. Y no es una entelequia. Yo mismo, con los 12 directivos que tengo, tenemos dos parámetros que no van a cambiar: Delta va a seguir siendo una empresa gallega, vamos a tener un crecimiento orgánico que nos va a permitir mantener la galleguidad de Delta, y en 2047, Delta, evidentemente sin mí, deberá celebrar el centenario. Ese es el compromiso que yo tengo de los 12 directivos que van a coger el relevo, la tercera generación, que son tres familiares y nueve directivos del conocimiento. Los familiares hacen una media de 21 años conmigo y la parte del conocimiento, los directivos con responsabilidad en diversas áreas, hacen una media de 17 años. Los pilares están asentados.

Con planes a tan largo plazo, ¿cómo encajar una crisis cuando se trata de una empresa familiar?

Las crisis van a seguir existiendo y ya hemos vivido algunas. Yo le tengo miedo principalmente a las crisis sociales. Por ejemplo, el momento actual de Europa no me gusta, y desde un punto de vista económico y empresarial veo una Europa que tiene que volver a levantar el vuelo. Está bien que sigamos pretendiendo ser un referente en bienestar social, objetivo a perseguir, pero veo una Europa cada vez menos desindustrializada. Hay actores que están llamando a la puerta y lo están haciendo muy bien. Y si Europa preocupa, España no menos.

En toda esta historia, ¿cuál fue el gran punto de inflexión para Delta?

Hubo dos. El primero fue que a los tres años de llegar ya no teníamos ninguna relación con el naval o el sector conservero. Ahí varié el rumbo, fabricamos 3.000 referencias para motores Deutz, cambiando un poco todo, pasando de reparar de todo para el sector naval a fabricar nosotros nuestras propias piezas. Hice unas inversiones fuertes, bastante más arriesgadas que las que puedo hacer hoy. El segundo hito es cuando Airbus nos vino a buscar cuando empezamos a tener un nombre en el sector del automóvil. Llegó el avión A380. Es decir, pasamos de un porcentaje muy alto de automoción a uno muy alto de la aeronáutica. Delta hoy tiene cuatro plantas, dos son de proceso, las dos más pequeñitas, y las otras son producto. Todo sale de 84 ingenieros que están detrás de implantar procesos.

Aquel era un avión Airbus, ¿hoy para cuántos fabricantes trabajan?

En Europa creo que no hay ningún avión que vuele que no tenga algo nuestro. Trabajamos con Boeing, Airbus, Bombardier, Embraer, Comac o Dassault.

Y todo ello con menos de 250 trabajadores. Lo dijo muchas veces, no tienen problema para encontrar gente.

Porque seguimos el mismo modelo de siempre: de la universidad y de los centros de formación para aquí. Mientras pueda mantener una baja rotación de plantilla, que cada vez es más complicado, va a ser así. Se escucha: “Es que no hay personal cualificado”. Y yo me pregunto: ¿los formamos? Si desde las empresas no los formamos y solo los pedimos…

En Delta Vigo la formación es cosa de años…

Un ingeniero pueden ser unos 9 años, para que pueda ejercer de jefe de proyecto, con un conocimiento muy amplio en conceptos de procesos, diseño mecánico, automatización industrial, robótica, neumática, hidráulica… Es a lo que jugamos. Al final, cuando un chico llega le digo: Delta tiene un modelo que no es ni mejor ni peor, solo hay una cosa que nos siga diferenciando, que es que el respeto aquí es absoluto. Somos personas educadas, rigurosos, prudentes… y somos una familia, pero siempre conocimiento, conocimiento y conocimiento. Yo les pido que si no les gusta la ingeniería me lo digan cuanto antes.

En su última entrevista, hace casi año y medio, decía que siempre se negó a vender la empresa. ¿Siguen llegando ofertas?

Desde hace unos ocho años la media es de tres ofertas al mes, y a algunos fondos los he tenido que recibir, pero Delta está donde está y no es por Paco. El año pasado entregué nueve placas a personas que hacían 25 años en la empresa. Jubilé a una persona que llevaba 45 años conmigo, que es el padre de uno de nuestros informáticos. Yo soy defensor de las empresas familiares, porque con ellas todavía puedes desarrollar proyectos de un nivel importante con los mismos parámetros que rigen en una familia. Yo me siento muy querido aquí.

¿Tiene fecha para dejar de estar al frente de Delta? ¿Cuándo será?

En principio nunca. Hay días que pesan, pero yo creo que si voy a ser capaz de aportar, voy a estar.