Pasando la cadena

Un poco más de bombo

Luis de la Fuente.

Luis de la Fuente. / Marius Becker/dpa

José Luis Ortín

“La ‘mesma’, la ‘mesma’, pero más recargada de bombo”. Eso ordenaba el viejo maestro de la banda a sus músicos cuando le preguntaban qué quería que tocaran, dirigiendo el pasacalles por el pueblo. Y lo mismo debería decirle a nuestros internacionales Luis de la Fuente.

A pocas horas del partido, cuando escribo esta columna, quiero decir que deben jugar contra Georgia como lo hicieron frente a Croacia e Italia, pero añadiendo más bombo detrás -los de Modric nos hicieron varias ocasiones claras- y delante -a los de Spalletti debimos hacerles tres goles y nos quedamos en un rácano en propia puerta de ellos-. Es decir, contundencia en las áreas.

El sábado vimos a una Dinamarca aseada y con opciones de derrotar a Alemania, pero si bien el bombo trasero les funcionó en buena parte del encuentro, el delantero les salió falluto. Es una selección para aguantar partidos, bien arropados en defensa, y roma arriba. Por eso solo pudieron conseguir tres empates en la fase de clasificación. Y así les fue frente a los del ya añorado Kroos y del estilista Musiala, el mejor jugador alemán de esta Eurocopa. Los daneses tienen poquito delante, con un Hojlund que en nuestra liga jugaría poco, aunque sea una promesa de veinte años, y el admirable por renacido Eriksen enfilando sus últimas lunas.

Otro tanto cabe decir de la otrora poderosa Italia. Un rico venido a menos en el panorama futbolístico mundial incluso a nivel de clubes. Poco por atrás, salvo Donnarumma, y nada por delante, con el tosco y tatuado Scamacca estorbando hasta a sus propios compañeros y solo algunos chispazos de Chiesa. Suiza les dio un baño hasta de actitud desde el primer minuto con un equipo sin estrellas salvo Xhaka, demostrando que lo importante no es el sobresaliente de todos sino ser notables altos tanto en calidad como en ganas.

Punto y aparte en ese aspecto para acercarnos a la realidad de nuestro combinado. Sin estrellas contrastadas, con Rodri y Carvajal como excepciones mundiales, nuestros internacionales se han ganado solo en dos buenos partidos el marchamo de aspirantes al título, circunstancia impensable antes de esta Eurocopa para la mayoría. Como mucho, podríamos aspirar a los cuartos de final para caer con seguridad ante la anfitriona Alemania, decían hasta nuestros especialistas deportivos. Pero las tornas han cambiado y si aumentamos el bombo, que decíamos, los teutones no nos parecen tan temibles. Solo puede quedar la duda de alguna decisión arbitral controvertida por aquello de las ayudas no regladas a los países organizadores de cualquier competición futbolera. Como ejemplo, los daneses han puesto el grito en el cielo por las milimétricas decisiones del VAR en su contra. No obstante, eso también se soluciona con más bombo detrás y delante, frente a lo que hay pocas escapatorias. España juega mejor que Alemania y eso, si se diera la circunstancia de competir en cuartos, debe reflejarse en el marcador con claridad para no tentar al diablo del pito y nos hiciera recordar al funesto Mundial de Corea.

Y para esa contundencia, Morata debe ser el de la primera vuelta con el Atlético o el primer partido de esta Eurocopa, enchufando la primera, y nuestros centrales cerrar sin resquicios el área sin olvidar que Unai debe evitar errores de patio de colegio. Esto mismo sirve tanto para el partido de octavos contra Georgia, donde destacan el portero del Valencia, Mamardashvili, y el delantero discontinuo de apellido raro, Kvaratskhelia, como para el eventual cruce de cuartos frente a Alemania, porque hay pocas dudas de que en las bandas y en el centro del campo somos mejores que unos y otros con diferencia.

En definitiva, debe alegrarnos el salto de calidad y prestigio adquirido por nuestra selección, con De la Fuente como alquimista distinguido de tan notable cambio, tras el fiasco del pasado Mundial de Qatar con el malencarado y tozudo Luis Enrique al mando. Aspecto cualitativo desde lo humano y social que también se agradece en el panorama nacional de charanga y pandereta que sufrimos y tan hondo cantara el inmenso Machado.

Desgraciadamente, demasiadas veces somos el país de rojos y azules o de moros y cristianos, por decir algo, que tantísimas convulsiones nos han deparado los extremos. Porque siempre habrá, no lo olviden, media España que no se resigne a ser laminada. Los bombos, solo para las fiestas.

Ojalá el fútbol volviera a obrar el milagro de 2008, cuando nos generó orgullo y sentimientos compartidos. n

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