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Ignacio Stampa: "Dolores Delgado y Álvaro Ortiz desprestigian la Fiscalía al anteponer sus intereses personales"

Fiscal El exfiscal del caso Villarejo narra sus vivencias, investigando el caso Tándem, en ‘El complot’, un libro rebosante de datos y detalles sobre los acontecimientos y que el viernes presentará en Los Alcázares

El fiscal Ignacio Stampa, que estará este viernes presentando ‘El complot’ en Los Alcázares.  | JOSÉ LUIS ROCA

El fiscal Ignacio Stampa, que estará este viernes presentando ‘El complot’ en Los Alcázares. | JOSÉ LUIS ROCA

Diego Aitor San José

Ignacio Stampa se muestra incómodo posando para las fotografías de la entrevista . «Soy un ciudadano normal, un funcionario público», reitera pese a que su nombre (más bien, su apellido) haya sido uno de los protagonistas de las cataratas de informaciones sobre el caso Tándem, el que investiga al comisario José Manuel Villarejo, del que fue apartado como fiscal y cuyo periplo narra en su libro El Complot. La verdad del caso del fiscal Stampa. El libro le trae, este viernes, hasta el ciclo ‘Fahrenheit 78.8’ de Los Alcázares, donde lo estará presentando a las ocho y media de la tarde en la Plaza del Ayuntamiento.

¿Por qué hablar de complot?

La definición de complot es una confabulación de varias personas que tiene como intención causar un perjuicio a una tercera persona, y eso es lo que me ocurrió a mí. Y hay muchos actores: empresarios, representantes de la política, de la policía, de la justicia, de los medios de comunicación...

¿Qué tiene Tándem para requerir un complot contra uno de los fiscales?

El complot es contra los dos, lo que se pretende con ese conjunto de actuaciones es atacar el procedimiento judicial, y se ataca intentando debilitar al enemigo, que somos los acusadores. Miguel Serrano y yo hicimos un equipo que avanzó muchísimo, teníamos muy claro el procedimiento y lo que se consiguió fue separarnos, no enemistándonos, sino eliminando a uno de los dos, porque también debilita al otro. Se debilita el caso porque se debilita a las piezas ofensivas que lo investigan.

¿Qué tenía el caso para ese complot?

Debimos llegar a tal nivel de descubrimiento que se consideró inadmisible seguir avanzando más para quienes estaban en apuros, y algo debió pensar la fiscal general del Estado, que lo que quiso fue parar a aquella pareja de fiscales y perjudicar el procedimiento.

¿Se esperaba descubrir lo que descubrieron?

Podíamos intuirlo, pero no pensábamos que pudiéramos acertar tanto en el pronóstico. Pero es que Villarejo sabía casi a tiempo que real que le estábamos investigando, porque lo sabe todo, y nosotros detectamos que él lo sabe y por eso cuando tenemos la posibilidad de armar el tema bien, nos tiramos y explotamos el asunto. Y él no se lo cree y le pillamos con sorpresa.

¿Quién o qué es Villarejo?

Es un funcionario policial con mucho don de gentes y muy manipulador, que descubrió que la mejor manera de ganar dinero y poder era grabar a toda la gente con la que se reunía. Cuando acumula esa información negativa, que no tiene por qué ser delictiva, que puede ser reputacional, la amenaza de difundirla es un arma. Por eso sus clientes le contratan y lo utiliza para atacarnos cuando está en problemas.

¿La desinformación es una amenaza para la justicia?

Absolutamente. Lo que pasó en este proceso lo causó la maquinaria de desinformación de la que Villarejo es experto. Utiliza para su caso lo que usaba para sus clientes, pero lo que menos esperas es que el fiscal general de tu país entre en ese juego para dañar un proceso sobre corrupción. Dolores Delgado agita los bulos pese a saber que son mentira y los focaliza en uno de los dos fiscales. Vox me denuncia con una denuncia política totalmente, pero ellos no lo difunden, lo difunde Dolores Delgado. Y cuando se archiva la investigación no dijeron nada de que un compañero suyo estaba limpio. Hicieron lo contrario.

Villarejo le dijo en su celda: «¿Todavía no te han echado? Qué acojonada debéis tener a mi amiga Lola». ¿Qué pensó?

En ese momento lo que deduzco es que Lola es Dolores Delgado, mi entonces jefa y su amiga, porque en los audios se ha demostrado que son amigos; que Villarejo sabe que está próxima la fecha en que me echen porque el Consejo Fiscal es en cuatro días y sabe que me van a echar. Pero también deduzco que quien tiene acojonada a Dolores Delgado es él, que tiene material grabado de ella entre 2009 y 2017. Pero eso solo lo saben ellos, nosotros no tuvimos acceso a ellos. Villarejo ahí tenía el botón rojo. Así manda él los mensajes.

Hasta ahora, el personaje de Villarejo ha quedado vinculado a casos del PP, sorprende esa conexión de Delgado, ministra de Justicia en un Gobierno del PSOE y luego fiscal general nombrada por un Gobierno socialista.

Dolores Delgado es la fiscal general nombrada por el PSOE, pero no le veo más intervención que esa en todo lo que nos pasó. Porque María José Segarra, que era la anterior fiscal con el PSOE ya en el Gobierno, nos trató de maravilla, respetó nuestro trabajo y nuestras decisiones. Lo que hace Delgado es una cuestión personal, no es política, al revés, aquello [su salida de Anticorrupción] ocurre en la semana en que teníamos que interrogar al exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, pero eso ya son elucubraciones. Era una cuestión personal que le interesaba a ella y a gente cercana a ella.

También jugó un papel Álvaro García Ortiz.

Cuando se abre la investigación contra mí, Dolores Delgado la dirige, pero de manera encubierta, porque no puede aparecer al tener muchos vínculos con el caso. Quien ejecuta las órdenes es Álvaro García, a quien había ascendido como fiscal jefe de la Secretaría Técnica. Y lo hace por escrito, hasta el punto de que la Fiscalía Superior de Madrid las cumple porque sabe que son de Dolores Delgado. El fiscal superior remite un escrito que dice: «Excelentísima señora, conforme a lo solicitado, le remito...» y eso lo hace porque Dolores le ha pedido información y demuestra que hay una intervención, una orden escrita que no aparece o una verbal, pero quien las canaliza es Álvaro García, que ha servido de escudero y de escudo.

Los dos nombres están de actualidad.

El Supremo ha evidenciado la relación entre ellos, pero en noviembre ya dicen que hay desviación de poder en el ascenso de ella a fiscal de Sala por una deuda de gratitud. Es gravísimo.

En el libro dice: «Los fiscales no debemos permitirnos seguir perdiendo la confianza de los ciudadanos». ¿Es cuestión de nombres propios o del sistema?

Es de nombres propios, de cómo está configurado el sistema y de lo que trasladamos a la sociedad. La Fiscalía está compuesta por 2.800 fiscales que tenemos por misión, entre otros puntos, velar por el interés general. Lo que nos encontramos con Dolores Delgado y Alvaro García es que ponen su interés personal por encima del general; están llevando a la institución al descrédito y desprestigio porque anteponen sus intereses.

¿Cómo se revierte de cara a la ciudadanía este descrédito?

Distinguiendo la institución de las personas. Lo importante es no confundir la Fiscalía con los fiscales generales concretos, es lo que han intentado ellos cuando se les ha criticado algo, que dicen que se ataca al Ministerio Fiscal.

Después de todo este tiempo, ¿confía en la justicia?

Sí, o no podría seguir trabajando en ella; pero sé que depende de personas y que la verdad material no siempre coincide con la judicial.