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La Caja de la Rusa: un castillo en Balsicas

"La verdadera historia de terror es cuando la Guardia Civil entró para descubrir miles de objetos antiguos, fruto de actividades ilícitas y expoliación durante setenta años"

Castillo de Ros, en Balsicas.

Castillo de Ros, en Balsicas. / L.O.

Javier Lorente

Javier Lorente

Aunque en la actualidad no está en su mejor momento, es una suerte que siga en pie el llamado Castillo del Vizconde de Ros, en la localidad de Balsicas. El edificio, del siglo XIX, pertenecía a la orden monástica de San Felipe Neri, pero tras la Desamortización de Mendizábal, por la que se le expropiaron posesiones a la Iglesia, el lugar fue entregado por una agradecida Reina Isabel II a don Antonio Ros de Olano, teniente coronel mayor de Infantería, tras haber sido destinado en 1841 a Cartagena. Este hombre fue hábil con los negocios de minería y compró a precio saldo esta antigua finca de secano. La zona, antes de crearse el municipio de Torre Pacheco, perteneció unas veces al de Murcia y otras, al de Sucina. 

La ilustración viene a demostrarnos que el Barón o las marquesas de San Pedro del Pinatar alguna relación tuvieron o con el Vizconde o sus sucesores. Poco a poco, el propietario fue haciendo reformas y mejoras en las antiguas instalaciones y convirtió el convento en un caserón palaciego, con pinta de castillo por los torreones que se fueron añadiendo. Junto a él, una pequeña ermita y la iglesia parroquial, donde aún podemos ver una lápida cuya inscripción nos recuerda que allí fueron enterrados los miembros de esta familia Ros.

La finca tenía bodegas, almazara, caballerizas, aljibe, pozo, el antiguo convento como casa principal y otra auxiliar. La prensa de la época y las crónicas extraoficiales hablan de una agitada vida social, política y laboral de Ros de Olano. A la finca venía con regularidad, sobre todo a cazar, que es una actividad muy apropiada para la subsistencia de los pobres, si tierras tuviesen, y, sobre todo, para los señores, que veían en ello un entretenido deporte que les permitía, además, hacer política y sabrosos negocios.  

Gracias al archivo que fue de la Diputación Provincial de Murcia, quedan algunos escritos de Ros de Olano, siendo muy interesante un expediente de 1855 sobre la necesidad del agua en esta zona del campo, en el que solicita permisos y apoyos para realizar prospecciones que permitiesen encontrar aguas subterráneas.

En su testamento se pueden leer las mejoras que durante más de treinta años fue haciendo en la hacienda: ampliación y cuidado del arbolado, de los márgenes, obras para riego, «plantación de olivares y almendros por millares, plantación de 600 higueras y muchos más garroferos, plantación de palmeras y de un jardín, construido tres norias, un jardín y una huerta». Sin su concurso no se habría construido la estación de ferrocarril de Balsicas.

Asimismo, Ros de Olano tuvo una importancia decisiva para que en el pueblo de Balsicas se construyera una estación de tren: era un hombre con muchas influencias y además accionista de la empresa de ferrocarriles que era propiedad de don José de Salamanca, un gran amigo suyo.

No faltan las leyendas de este lugar, como una que narra la venganza de los antiguos monjes sobre los sucesivos vizcondes y propietarios. Pero la verdadera historia de terror es cuando la Guardia Civil entró para descubrir miles de objetos antiguos, fruto de actividades ilícitas y expoliación durante setenta años. Un buen lugar para que fuese público, como tantos.