Murcian@s de dinamita

Alba Navalón: Vivir para escribirlo

La culpa de que Alba se haya dedicado con pasión y constancia irreductible a escribir novelas la tuvieron los mensajes de apoyo de sus lectores

Alba Navalón.

Alba Navalón. / Ana Martín

Pascual Vera

Pascual Vera

Nacida en Cieza a mediados de los años 80, Alba Navalón se recuerda escribiendo desde siempre. Al menos desde que, con apenas once años, contaba a aquel viejo diario con el dibujo de Bart Simpson en su portada las cosas que pasaban por su cabeza de niña.

Pero la culpa de que Alba se haya dedicado con pasión y constancia irreductible a escribir novelas (a sus 35 años lleva ya 17 publicadas) la tuvieron sus lectores. Los mensajes de apoyo que recibía de ellos la animaban a continuar esas historias con las que les dejaba boquiabiertos, por lo que le pedían que las continuara.

Esa circunstancia es la responsable de que a día de hoy Alba continúe sentándose ante una pantalla imaginando historias para seguir sorprendiendo a sus seguidores, que se han ido multiplicando por muchos enteros.

Imbuida por las aventuras de la serie Crepúsculo y las lecturas de Laura Gallego, publicó una primera novela, de ambiente eminentemente juvenil, Damas de la luz (Kiwi, 2014), sobre vampiros adolescentes, como correspondía a su edad y a sus lecturas hasta entonces.

Alba y Shirin

Pero las cosas fueron cambiando conforme los años y la experiencia iban acumulándose en esta joven ciezana, que sigue escribiendo para un público juvenil con su nombre auténtico, Alba Navalón, y lo hace a nombre de Shirin Klaus (‘Shirin’ era como la llamaban sus compañeros de Traducción en la Universidad de Murcia) cuando el destinatario es un público adulto.

Asegura que sus novelas han ido creciendo con ella, y que ahora sus protagonistas y los intereses de sus personajes han pasado, como ella, a ser los de gente adulta. De todas formas confiesa que, aún hoy, sigue disfrutando cuando vuelve a la adolescencia en alguna aventura.

Del yugo del falso pudor se desprendió hace tiempo, cuando decidió no escribir pensando qué pasaría si alguien cercano a ella leyera sus textos

No está el horno para cruasanes (Zafiro, 2016), quizás su obra más conocida, es una novela romántica, con un fuerte componente erótico, algo que no es problema para Shirin Klaus, que es explícita cuando aborda esta temática porque es natural. Ella no intenta ocultar ni abordar las imágenes desde una perspectiva falsamente pudorosa, sino que lo hace como explicaríamos cualquier otra circunstancia de nuestra vida. Del yugo del falso pudor se desprendió hace tiempo, cuando decidió no escribir pensando qué pasaría si alguien cercano a ella la leyera. «Mis libros son como la vida: hay libros que piden un tono y un registro diferente a otros, exactamente igual que la vida, porque no todas las relaciones son idénticas», asegura esta escritora murciana a la que le gusta crear novelas con protagonistas femeninas fuertes.

Nacida para la literatura

Han pasado diez años desde que Shirin nació para la literatura, con obras como Quiérete, quiéreme (2016), Luces, cámaras, ¡corazón! (Zafiro, 2019), Las reglas de mi ex (2014) o Con corazón (2015).

Su última novela está ambientada en su Cieza natal, en una finca abandonada de las afueras, que ella ha imaginado reconvertida en hotel rural, y a la que llega un joven en apuros económicos con la intención de sacar el dinero a su abuelo. Pero en Cieza descubre –como no podía ser de otra manera– otros valores realmente importantes: el cariño, la familia, la lealtad.... El paseo, la Plaza de España y otros lugares conocidos y reconocibles de aquella localidad son aquí tan protagonistas como sus propios personajes, algo que ha satisfecho mucho a Alba Navalón: demostrar que su patria chica puede ser tan literaria como cualquier otro lugar.

Su última novela –El sueño de una vida (2024)– no es más que un nuevo jalón, una nueva muesca en la bibliografía continuamente in crescendo de Alba/Shirin, escritora bifronte y capaz de cambiar de registro a voluntad.