100 veranos en la Región

La Caja de la Rusa: la Torre Cope

"La Torre Cope fue atacada en varias ocasiones y otras tantas reconstruida"

Torre Cope

Torre Cope / Javier Lorente

Javier Lorente

Javier Lorente

Son bastantes las fotografías e ilustraciones de torres de vigilancia que aparecen en la Caja de la Rusa, aún podemos disfrutar alguna de ellas en la costa de Águilas. A esta que os presento ahora se la conoce como Torre Cope o Torre del Santo Cristo y está al lado de la playa Ensenada de la Fuente. Luce majestuosa y no me extraña que llamase la atención de aquel Barón de Benifayó o de aquellas marquesas que atesoraron durante generaciones esta colección de lugares hermosos de nuestra Región.

En su día leí, del gran archivero Alfonso Grandal López, escritos sobre estas torres que pueblan nuestras costas y los campos cercanos. Las divide el autor en varios grupos: las atalayas que, desde cerros y montañas, controlaban la visión de largas distancias y permitían ver la venida de los barcos desde muy lejos; luego, estaban las torres costeras, como la que ahora nos ocupa, que servían de vigilancia y defensa y, por otro lado, las torres rurales, de igual cometido, pero ya en el campo. Por último, Grandal nos habla de las casas fuerte, que eran de carácter privado.

Todo este sistema defensivo se desarrolló fundamentalmente en la época de Felipe II, cuando las costas del levante español sufrían los ataques de los piratas y berberiscos, en unas incursiones en las que se llevaban ganados o cosechas, tomaban mujeres o niños como esclavos y se apropiaban de abundantes rehenes para pedir rescates. Unas prácticas que se padecieron durante tres siglos.

El tiempo hace que el patrimonio, en este caso militar, con sus edificios, murallas y restos arqueológicos, sirva para conocer nuestra historia, mantener nuestra memoria y, al mismo tiempo, disfrutar de la belleza que queda cuando de las gestas pasadas sólo persisten los relatos y las piedras, restos de unas épocas que, sin duda, fueron difíciles y no exentas de sufrimiento, por mucho que aquellas hazañas tuvieran sus cantores y trovadores que las ensalzaron y edulcoraron.

La importancia de estas torres era capital en aquellos pasados siglos en nuestras costas, que entonces no estaban tan habitadas como ahora. El fastidio era para los piratas, que las derribaban si podían. La Torre Cope fue atacada en varias ocasiones y otras tantas reconstruida. Las torres solían tener un destacamento de varias personas y uno o dos cañones. El primer cuerpo, de piedra, era totalmente macizo y había que soltar, desde arriba, una escala para subir.

Uno se pregunta a qué dedicaban aquellos hombres las largas horas allí subidos, cuando no había pantallas como ahora. Uno se imagina que se distraían con algún juego dibujado en el suelo, que leían libros y, sobre todo, que se contaban historias de sucesos repletos de fantasías, de los que se decían ser verídicos porque lo habían escuchado contar de alguien que los había presenciado. Puede, incluso, que alguien allí escribiera o dibujase, quién sabe.

La Torre Cope, que inicialmente era cuadrada y albergaba a tres personas, con el tiempo se amplió, con forma de polígono, y llegó a tener una dotación de cincuenta soldados. Con los años, después de haber presenciado tantas luchas y muerte, se usó para la vigilancia policial de las almadrabas de esta costa, que nutrían de pescado a todo el municipio de Lorca. Un día, lo que fueron alojamientos de soldados se convirtieron en almacenes pescaderos.

Imagino a nuestros viajeros de San Pedro del Pinatar descubriendo por sendas y caminos estos lugares, mucho más inaccesibles de lo que están hoy, aunque tal vez menos abandonados.