Murcian@s de dinamita

Eva Libertad: cine en las venas

Eva Libertad

Eva Libertad

Pascual Vera

Pascual Vera

Todos los sucesos que le ocurren en la vida a Eva Libertad son tomados como material susceptible de sustentar historias. Historias que puedan ser llevadas después al cine. La suya es, ante todo, una mentalidad cinematográfica.

Los primeros recuerdos cinematográficos de esta directora, guionista y productora de cine se remontan al viejo cine Consu de Molina de Segura, aquella gran sala ubicada en plena Calle Mayor que acabó pereciendo, víctima del furor constructor de los nuevos tiempos.

Aquella niña era demasiado aficionada al cine para su entorno, pues recuerda que ninguna compañera quería acompañarla a aquellas inacabables sesiones dobles a las que tan aficionada era. Sólo su padre acudía con ella, y a veces, probablemente aburrido de tanta sesión, dejaba a su hija en la puerta y volvía puntual a recogerla.

Aunque aún no estaba familiarizada con esos personajes y oficios que poblaban la ficha técnica de las películas, no fue consciente de la existencia de ninguna mujer directora, el camino que tomaría ella tiempo después, hasta que, ya con 16 años, vio El piano, de Jane Campion.

Antes que al cine, Eva Libertad se dedicó a las artes escénicas y al teatro, en Madrid, donde había marchado para estudiar Sociología en la Complutense. Fue en el teatro donde Eva se inició y desarrolló artísticamente, hasta que en 2014 volvió a Murcia, de donde se había marchado veintidós años antes.

En Murcia, mientras impartía un taller de teatro, conoció a Nuria Muñoz. Aquello fue el inicio de su colaboración. Surgió la productora, con la que hicieron un programa de humor para la tele, documentales de ficción…

Pronto sintió Eva la necesidad de escribir sus propias historias. Hicieron un corto muy sencillo, Leo y Alex en pleno siglo XXI, que fue sorprendentemente bien en festivales, obteniendo muchos premios.

Después llegó la pandemia, y en ese impasse escribió el guion de Sorda. Aquello tenía que ocurrir. Se dio cuenta de que su hermana y ella llevaban toda la vida preparándose para hacer aquella película. Así se lo hizo saber su hermana Miriam, sorda realmente y protagonista de la historia.

Así que Eva escribió un primer borrador del cortometraje y se lo pasó a Nuria y a Miriam, y a ambas les gustó. La idea le vino en un momento en el que su hermana estaba pensando en ser madre , tuvieron un sinfín de conversaciones sobre el tema y Eva le pidió un ejercicio de reflexión que sería crucial a la postre: poner por escrito los miedos que le había venido expresando durante tanto tiempo.

Sin sospecharlo siquiera, aquello se convirtió en el núcleo narrativo de la película. Fue como si el corto hubiera sido la semilla del largometraje. Y aquella semilla comenzó a germinar, primero con Eva documentándose a través de madres sordas, que le contaron sus experiencias.

La historia se ha rodado en Murcia por deseo expreso de las artífices del film, que tenían claro que debía ser contada en nuestro entorno, reflejando nuestros paisajes (murcianas de dinamita, a fin de cuentas), su singularidad y las posibilidades de una tierra que no se ha visto mucho en la gran pantalla.

Eva sabe que, a veces, surge una historia y la necesidad de contar cosas que te tocan emocionalmente o te inquietan. Una historia que sale de algo muy íntimo, hasta adentrarse en un plano más político, porque para Eva todo es política, incluso lo personal, y trae al recuerdo a Kate Millet, la figura clave del feminismo radical, que afirmaba que «nuestra personalidad está atravesada por lo político y por lo social». n