100 veranos en la Región

La Caja de la Rusa: la isla del Barón

"El museo es conocido popularmente como La Casa de la Rusa y fue la lujosa vivienda de don Julio Falcó D’Adda, Barón de Benifayó"

Isla del Barón, 1880.

Isla del Barón, 1880.

Javier Lorente

Javier Lorente

Mi siguiente destino tras descubrir la caja era San Pedro del Pinatar. En este pueblo se encuentra un estupendo museo lleno de historia, arqueología y varias colecciones que van desde los juguetes hasta una sala dedicada al cine, con un montón de antiguas máquinas de proyección. El museo es conocido popularmente como La Casa de la Rusa y fue la lujosa vivienda de don Julio Falcó D’Adda, Barón de Benifayó, un personaje principal como otros muchos que, en aquellos años de finales del siglo XIX, veraneaban en sus palacetes construidos en torno a nuestra laguna salada, entonces casi un paraíso lleno de exotismo y aventuras.

No es difícil imaginar la cara de sorpresa y entusiasmo de Marcos Gracia Antolinos, director del museo, mientras le voy enseñando los valiosos documentos que encontramos en el mercado de antigüedades de Bièvres: «Desde luego que esto es un tesoro, ¡sería maravilloso tenerlo aquí!», me dice, pero le explico que va a ser difícil que se desprendan de esta colección única. Mientras va pasando las imágenes de mi lápiz de memoria, Marcos me cuenta historias sobre el Barón y sus dos casas de la zona, ésta y la que se construyó en la isla que lleva su nombre. Me dice: «Por lo que parece, durante varias generaciones han estado conservando fotografías, dibujos e ilustraciones. Barones y marquesas, que aquí vivieron, eran unas gentes que se podían permitir el lujo de realizar buenos viajes por España y otros países; lo singular es que esta colección sea de por aquí, de sus excursiones por las playas, pueblos y ciudades de estas tierras levantinas».

Mi intención, se lo digo a Marcos, es publicar en el diario estas imágenes y contar sobre ellas. Resulta que el Barón nació en Milán, de una familia con títulos de grandeza española y príncipes de Saboya. En su juventud estuvo en la Marina y en el Ejército, fue teniente de navío y teniente coronel de Tierra. También participó en momentos estelares de nuestra historia, como la Revolución Gloriosa que Derrocó a la Reina Isabel II o la Guerra de Marruecos, en la que fue galardonado. Luego, tuvo un papel fundamental en la venida y breve reinado de Amadeo de Saboya, del que fue su ayudante y consejero.

El rey solo estuvo dos años en el trono y ya sabemos las intrigas de la política y que los peores enemigos te los encuentras en tu mismo bando; el caso es que tuvo una trifulca y hasta un duelo y fue desterrado a una isla del Mar Menor que luego compró cuando cumplió su condena. En aquella época se llevaba mucho en la arquitectura española el estilo oriental, así que contrató a quien diseñó el pabellón español en la Exposición Universal de Viena, en 1872, que le diseñó este, y a otro prestigioso arquitecto que le hizo otro edificio que aún perdura hoy día en la isla.

No faltan las leyendas en torno a la vida de este personaje, unas lo presentan como una especie de Conde de Montecristo, cautivo en una isla; otras hablan de su amor con una princesa rusa que, para su desesperación, no lo correspondía, incluso que mandó matarla. Unas historias llenas de romanticismo en aquel mar Menor aún casi virgen. Os seguiré hablando de la magia de estos lugares y de las leyendas en torno a las mansiones de aquellos importantes señores.