Concierto | Rozalén Cantautora

Rozalén: "Son tiempos difíciles para los optimistas"

La manchega regresa mañana a Murcia, ciudad a la que siente como en "casa", para presentar su nuevo disco, 'El abrazo' (2024), el más emocional de cuantos ha escrito

"Intuyo que va a ser uno de los conciertos más especiales de mi vida", asegura

Rozalén actúa este sábado en la Plaza de Toros de Murcia.

Rozalén actúa este sábado en la Plaza de Toros de Murcia. / L.O.

En El abrazo (2024), su sexto álbum de estudio, Rozalén, con talento singular, canta al amor y al duelo, a las emociones: a la muerte, a la nostalgia, con una voz cristalina que ha adquirido un tono más cálido, y un caleidoscopio de géneros que agregan nuevos colores a su sonido maduro y a su inigualable sensibilidad. Alcanza su punto máximo en la conmovedora Todo lo que amaste, con una pureza extraña; difícil escucharla sin que se te haga un nudo en la garganta.

El abrazo, marcado por la muerte del padre y de la abuela, incorpora toques de folclores latinoamericanos diversos, como la champeta y el bolero, pero también rumba, electrónica e incluso rap. Han colaborado ensanchando límites Kase.O y R de Rumba, la Euskadiko Orkestra dirigida por Fernando Velázquez y Carlos Vives.

En trece canciones con los dientes apretados, el optimismo fundamental de la albaceteña queda intacto incluso cuando examina los restos del mundo. Le ha servido como terapia, reconoce, el poder liberador del amor. Y ahora lo comparte en una gira de presentación que empezaba el pasado 18 de mayo y que este sábado pasa por el ‘Murcia On’.

Después de cinco años, has vuelto a los escenarios europeos con una serie de conciertos en Dublín, Londres y Edimburgo. ¿Qué tal te fue?

Estos conciertos están muy bien porque son como un cable a tierra total. Es volver a las salas, a cantar para poquita gente. En Edimburgo fueron unas doscientas personas, y en Dublín y Londres, unas trescientas, que está superbién. En Londres se nota mucho lo del Brexit –se ha ido mucha población española de allí–, pero mola porque era volver al acústico, a guitarras y voz, a cargar nuestros equipos..., y encima ahí se genera un aire muy especial, porque es como ir a cuidar a la gente que está lejos.

Tu nuevo disco, El abrazo, ha sido recibido con entusiasmo. ¿Qué te proponías con este álbum?

No me he propuesto nada. Como para mí la creatividad, las composiciones, son tan terapéuticas, voy cantando mi vida. Aquí yo estoy narrando lo que me ha pasado estos cuatro o cinco últimos años, y reivindicar el abrazo en los tiempos que corren para mí era necesario. Se me han ido muchos seres queridos, el duelo está muy presente (la muerte, la enfermedad…), pero también es un disco divertidísimo, más ecléctico que nunca.

¿Por qué El abrazo? ¿El amor sigue siendo el motor del mundo?

Nos dimos cuenta en la pandemia de lo que suponía no tener abrazos, y hemos vuelto a ver qué supone abrazar (física y mentalmente): te mejora la calidad de vida. También decir ‘gracias’, ‘te quiero’ y ‘lo siento’. Lo digo en la canción de La cara amable del mundo: cuando uno habla del pueblo, de la infancia, cuando se pone nostálgico, se relaja el ambiente, y somos quizás más capaces de ver todo lo que nos une, más que lo que nos separa. Me estoy aferrando cada vez más a lo simple de la vida.

Después de rendir homenaje a nuestro folclore con Matriz, el primer adelanto fue Lo tengo claro. ¿Habías resuelto las posibles inseguridades?

En este disco hay mucho folklore latinoamericano, hay también guiños al ibérico… Hemos sido capaces de meter una jota castellana en una canción tropical, en un vallenato, así que todo es posible. En realidad, lo tengo claro: jamás he tenido ni tengo nunca nada claro en mi vida. Esto es una vacilada, pero como esa es la canción de amor –que yo pocas veces escribo canciones de amor a mi pareja–, sí que me apetecía mucho que fuera una de las canciones más amables la primera en salir. Es inspirada en una champeta colombiana. A veces tienes esa sensación de llegar a un lugar con una persona a la que dices: «Hogar, lo tengo claro». Hay que decirlo más.

El camino hasta dar a luz este disco parece que no ha sido fácil. Incluido el dolor provocado por la muerte de tu padre, al que recuerdas en Todo lo que amaste, y a tu abuela. ¿Te han servido de terapia estas canciones?

Siempre. Mis años de Psicología en Murcia me sirven, y, de hecho, siento que cada vez se nota más mi formación... Este disco no ha sido para nada fácil, porque me siento una impostora –como también digo en otra canción–, porque tengo muchas inseguridades. De hecho, he tenido una crisis existencial creativa que, hablando con los demás músicos, nos damos cuenta de que todos pasamos por eso alguna vez, y, aparte, tener la muerte cerca no ayuda… A mí estas canciones sí que me han servido muchísimo para tratar mi duelo, para hacer terapia. Con la de mi padre me encerré en casa tres o cuatro días, me puse su ropa, lo llené todo de velas, de sus fotos… Fue como una terapia de choque total, en plan: «Voy a estar aquí con mi dolor, con esto que siento, y vamos a intentar…, no pasar página –porque no se puede–, pero sí ser conscientes, y pensar qué siento con todo esto». Y llegar a una conclusión: «Honrar tu vida, padre, va a ser honrar la mía». Lo mejor que puedo hacer con los ausentes es amar la propia vida.

¿Tus canciones son un estado emocional o un estadio mental? ¿Qué te conmueve? ¿A quién le cantas La cara amable del mundo?

¡Ay Dios mío! Es que soy muy emocional, bastante visceral. Como la pregunta inevitable que te hacen siendo mujer y teniendo 38 años es si vas a ser madre, yo me pregunto mucho qué vamos a dejar a los que vienen, y me preocupa. La cara amable del mundo se la escribo a mi sobrino, y a todos los niños que me rodean, que son bastantes, pero yo creo que también me la estoy cantando a mí para que no se me olviden ciertas cosas. Y me alivia que mucha gente pensamos de igual manera, porque son tiempos difíciles para los optimistas y los utópicos.

Mis infiernos, que haces con Kase.O y R de Rumba, de Violadores del Verso, tiene un tono distinto, una especie de: 'Dejadme en paz'. ¿Te ha supuesto cierta carga la etiqueta de ‘artista social’?

Entiendo que la gente me etiquete con ‘compromiso social’ porque mis canciones que más han llegado a la gente todas están relacionadas con algo de eso, y estoy orgullosa de que así sea; no dejaré de hacer canciones así. Esto es más un poco el hartazgo por el nivel de violencia tanto verbal como en los videos que vemos, toda la carga de violencia que tienes que vivir ya no solo por ser un personaje público, sino por ser persona, a través de las redes sociales, o incluso en las calles. Los linchamientos que llevo sufriendo no son pequeños. Son muy bestias las cosas que a mí me han llegado a decir, pero es que incluso por parte de los que piensan como yo. Necesitaba soltar un disparo, y me he quedado muy a gusto, y, claro, se la dirijo a demasiadas personas, algunas con nombre propio, pero me agota todo esto... ¿Qué sabrán de lo que yo paso o en qué situación estoy o de lo que yo hago o dejo de hacer, para que todo el rato me estén juzgando, si no tienen ni idea?

En Tres días en Cartagena colaboras con Carlos Vives. ¿Cómo fue? ¿Qué tipo de abrazo hay en esta canción?

Este es el abrazo entre culturas. Y es muy surrealista hacer una canción con Carlos Vives... Nosotros conocimos en nuestro país el vallenato y la música tropical con aquella Gota fría, y hacer esta canción con él para mí fue un aprendizaje continuo. No tener etiquetas, no prejuzgar..., igual que no me gusta que a mí me lo hagan, no hacerlo yo. Somos de mundos muy diferentes, de repente estamos cantando una canción juntos, y encima metemos una jota castellana ahí dentro. Es una canción llena de colorido, de amor, de alegría..., y con eso me quedo.

¿Te inquieta el resurgir de la ultraderecha? ¿Cuál es el lugar del creador en un momento tan peliagudo?

Me inquieta porque me da miedo que las cosas no se queden en palabras, porque sí que estamos viendo que están llegando a las manos. Me da miedo, no puedo decir otra cosa. Me jode y me duele tener que decir que me da miedo, que es precisamente lo que quieren provocar, pero me causa incertidumbre esta situación...

Aute me dijo una vez: «La mentira es necesaria para la supervivencia».

Supongo que a veces para sobrevivir es necesario no mirar ciertas cosas... Yo, como hipersensible que soy, a veces me siento hasta mal cuando me siento bien, porque dices: «Con todo lo que está pasando en el mundo, y yo soy capaz de estar riéndome y celebrando la vida...», pero sí. ¿Almudena Grandes no era la que decía aquello de «la alegría como método de resistencia»? Es momento de aferrarse a lo bonito de la vida para intentar sobrevivir, porque a veces es insoportable.

Entonces habla de tu infancia y de tu pueblo con un tono casi machadiano. ¿Te ha costado escribirla sin caer en la nostalgia?

Caigo totalmente en la nostalgia. La nostalgia no es mala. La melancolía es la que se instala en la tristeza, pero la nostalgia es la lágrima con la sonrisa, es el: «Yo fui feliz, qué guay, y puedo celebrarlo». Me ha costado mucho escribirla, porque me costaba elegir bien las imágenes que definiesen mi infancia y mi amor por el pueblo, o ese ser consciente de que ya no puedes volver a un momento en el que todo estaba bien, no tenías responsabilidades, tú eras plenamente feliz y no te dabas cuenta.

Estos días que se celebran finales del CreaMurcia. ¿Qué recuerdos tienes de tu paso por el concurso?

¡Madre mía! Yo me presenté varias veces. Incluso, claro, al Cantigas de Mayo. En el CreaMurcia creo que llegué a una semifinal la primera vez, pero pasaron muchas ediciones hasta poder llegar a la final y ganarla. Hubo una que yo me quedé la segunda, que ganó Road Ramos, y ya la que me llevé yo. Para mí eso fue superimportante. Murcia y el CreaJoven fueron clave para, en un momento además de inseguridad máxima, presentarme y decir: «Si pasan cosas, es que a lo mejor mi camino no es la Psicología». Fue mi gran primera oportunidad. Gracias a eso, grabé unas maquetas con las que luego me pude desenvolver y un empujón de autoestima. Por eso yo siempre digo que si no es por Murcia, no estaría aquí.

Todos los conciertos son especiales, pero este de Murcia tal vez sea un poquito más. ¿Cómo lo sientes tú?

Murcia, como es casa, me pone muy nerviosa. Habrá familia, amigos… Y yo que estoy con este disco en ese punto nostálgico, tengo unas ganas, un nervio... Intuyo que va a ser uno de los conciertos más especiales de mi vida. Y hasta lo pienso y me emociono. Va a ser fuerte.