Artes Escénicas

Jesús Nieto (Onírica Mecánica): "Si hay un futuro por crear, primero hay que imaginarlo"

La compañía presenta esta tarde en el Nuevo Teatro Circo de Cartagena, y dentro del Mucho Más Mayo, un avance de lo que será su próxima obra, titulada ‘Verne’

Parte del equipo de  Onírica Mecánica        trabajando en el        montaje de ‘Verne’.  | L. O.

Parte del equipo de Onírica Mecánica trabajando en el montaje de ‘Verne’. | L. O.

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Onírica Mecánica no faltará a su cita casi anual con el Mucho Más Mayo. La compañía cartagenera, dirigida por Jesús Nieto, se caracteriza por una visión ‘teatral’ muy fuera de lo común, y que encaja a la perfección con la filosofía del festival (incluso cuando lo que tienen entre manos es su espectáculo más «a la italiana» de los últimos años). «Ya sabes, con un escenario y un patio de butacas –explica su creador–. Pero el espectador no es ni mucho menos pasivo; le exigimos un esfuerzo, como siempre. De hecho, será él quien tenga que construir la narrativa de esta pieza en función de lo que vaya viendo. Y ya te adelanto que esta es una obra en la que prácticamente no hay palabras –apenas unos rótulos–, solo universos visuales con los que pretendemos sugerirle cosas a quienes vengan mañana [por hoy] al Nuevo Teatro Circo», añade el también director de este y el resto de proyectos puestos en marcha bajo la prestigiada firma de Onírica Mecánica.

La obra en cuestión es Verne, que esta tarde, a partir de las 20.30 horas, se presentará ante el público por primera vez. Pero lo de hoy tampoco se puede considerar un estreno absoluto como tal: «Realmente, la versión definitiva se presentará el 13 de diciembre en el Teatro Circo de Murcia; lo que hacemos en Cartagena –apunta Nieto– es una muestra del trabajo en proceso», un work in progress, que se dice en el mundo de las artes escénicas. Pero es que Onírica Mecánica quería presentar esta pieza en casa, y el cierre este verano del Nuevo Teatro Circo –para acometer una ambiciosa reforma– comprometía la oportunidad: «Pensamos que es el único lugar en el que se puede hacer, así que hemos querido aprovechar la invitación del Mucho Más Mayo para compartir con nuestra gente –y antes de que bajen la persiana– cómo va el proceso creativo de esta obra. Porque, además, nos interesa mucho conocer su opinión».

Y es que ese es el otro gran argumento que justifica esta presentación (que, en cualquier caso, mostrará de manera bastante definida la estructura de Verne). «Entendemos que la creación es cosa de todos los agentes que participan en el hecho escénico: de los creadores, del equipo técnico, de los programadores (los que compran el trabajo) y, por supuesto, del público. Y, por eso, en los últimos tiempos estamos abriendo mucho este proceso, y más en un momento en el que es difícil arrastrar a la gente a los teatros, sobre todo si hablamos de piezas de corte contemporáneo», reflexiona Nieto. Ahora, lo entiende: «Le pedimos a los espectadores que paguen 15 euros por ver algo de lo que no tienen demasiada información y que no saben si les va a gustar. No es lo mismo que un concierto: si te gusta Amaral, vas, porque sabes que lo que van a tocar te va a agradar, y si no te gusta, pues ni te lo planteas».

Por eso, desde Onírica Mecánica tienden un puente: «Queremos que vengan y se involucren, que aporten su granito de arena a la creación y compartan con nosotros sus impresiones al término del espectáculo, en el hall del Nuevo Teatro Circo», afirma Nieto. Dice que no le interesa tanto si a la gente le ha gustado –«que es muy relativo»– como «saber si les ha llegado, del modo que sea; si vamos por el buen camino». Y también es una forma de testear lo que, en este momento, el cartagenero considera «un gran triunfo»: «Sentimos que esta pieza es para todos los públicos, que la pueden ver igual un niño de 6 años que un adulto de 80, y eso es porque las lecturas varían mucho en función del espectador».

Un grito por la imaginación

Pero... ¿de qué lecturas estamos hablando? ¿De qué va Verne? Por supuesto, el autor de Veinte mil leguas de viaje submarino (1870) y La vuelta al mundo en ochenta días (1872) es protagonista. O, mejor dicho: vuelve a ser protagonista. «Yo me he criado leyendo sus libros de aventuras, y sus universos están presentes de manera más o menos evidente en todos nuestros trabajos», asegura Nieto. Aunque esta vez, si cabe, la influencia de Julio Verne es mucho mayor: «Básicamente, el espectáculo tiene dos partes claramente diferenciadas: en la primera hacemos un recorrido por el universo verniano a través de sus novelas, viajando a las profundidades de la tierra, sumergiéndonos hasta el fondo del océano y volando a la luna, mientras que, en la segunda parte, quienes imaginamos el futuro somos nosotros», desvela el inquieto creador.

Porque eso es lo que hizo Verne, en realidad: «Él no fue un visionario, como suele decirse, pero imaginó cómo sería el futuro con los hallazgos científicos de la época». La cuestión –y aquí vienen lo importante– es que el suyo era un mundo «todavía por descubrir, incluso idealizado»: «Estaba todo por hacer, y había ilusión por conseguirlo. Hoy, en cambio –con los cambios tecnológicos que vivimos y los problemas medioambientales que nos acechan–, nos cuesta pensar en un futuro desde una perspectiva no catastrofista, pero es lo que nos hemos propuesto en este trabajo», asegura Nieto, que viene de dos piezas –Ronem Ram y Rumbo a Farout– de carácter distópico y poco halagüeñas. «Queríamos salir de ahí, y por eso hemos recurrido a Verne», apunta.

Aunque quizá esta idea se la deben, más que a él, a su editor: H.G. Wells, autor de La isla del doctor Moreau (1896) y La guerra de los mundos (1898). «En realidad, Verne tenía una visión muy negativa del futuro, pero Wells, cuando este le enviaba sus escritos, localizaba todo lo que sonaba catastrófico y lo suprimía; no quería que sus jóvenes lectores se enfrentaran a una visión tan negativa de lo que estaba por venir. Así que, en cierto modo, lo que nos hemos propuesto es hacer lo que hizo él, porque es verdad que estamos tan desanimados con el presente que eso nos impide imaginar», reflexiona Nieto, que prefiere ser práctico: «Al final, nosotros no tenemos la llave para solucionar los grandes problemas que nos atañen, pero lo que sí está en nuestra mano es pensar en qué mundo nos gustaría vivir dentro de unos años y a través de los muchos avances que se han hecho en este siglo».

Y es que el director de Onírica Mecánica defiende que «si hay un futuro por crear, primero hay que imaginarlo», y esta obra, Verne, pretende plantarle cara a la «crisis de imaginación» en la que estamos instaladas por dejarnos «vencer por lo negativo». Por supuesto, reconoce que les ha costado mucho, y que ni siquiera sabe si lo han conseguido del todo, pero para esto está esta representación. Eso sí, lo que tiene claro es que, a diferencia de la de Verne, la que plantea Onírica Mecánica es una visión no colonialista y antropocéntrica del futuro, ya que, en un mundo «domesticado» como el que vivimos nosotros –no así el icónico autor francés–, los retos del hombre debe implicar, también, a todos los agentes involucrados en el proceso ‘creativo’, también a la naturaleza.