Exposiciones

Joan Fontcuberta señala el camino para la conquista de la Inteligencia Artificial

El prestigioso artista catalán expone en la Sala Verónicas de Murcia su mayor exposición de los últimos años, ‘Nemotipos’, una reflexión profunda y retrospectiva sobre el futuro de la cultura visual

Joan Fontcuberta, frente a una de las obras de  ‘Googlegramas’.

Joan Fontcuberta, frente a una de las obras de ‘Googlegramas’. / Juan Carlos Caval

Asier Ganuza

Asier Ganuza

En tiempos de histeria colectiva ante el incierto, abrumador y desafiante futuro que nos depara la Inteligencia Artificial (IA), Joan Fontcuberta nos brinda la calma del estudioso, de quien no solo ha experimentado hasta el infinito sobre las posibilidades de ‘la máquina’, sino también de quien conoce a la perfección la historia que nos precede; que precede, en este caso, a la fotografía de 2024, cuya frontera con la ‘imagen’, como concepto, es cada vez más difusa.

Para ello, el artista barcelonés se retrotrae a mediados del siglo XIX: «Hemos de pensar que cuando en 1839 los parisienses tenía un daguerrotipo en la mano, ellos tampoco lo entendían. Porque aquello era un espejo que había congelado la realidad, que la había encapsulado; un espejo que nos ofrecía la realidad, que no la soltaba, que la guardaba para siempre. Por supuesto, eso parecía magia, un milagro, pero tenían que creerlo porque tenían el daguerrotipo en la mano», explica el también docente.

«Pues bien –continúa–, a nosotros nos pasa algo parecido con la IA: nos da unos resultados sorprendentes, asombrosos, tanto que incluso hace que temamos el futuro al que esas tecnologías nos pueden llevar. Pero mi planteamiento ante esas dudas, o reticencias, es que no sabemos si son herramientas que nos llevarán a utopías descontroladas o si, por el contrario, pueden ayudar sustancialmente al progreso». «Y, en cualquier caso, hace falta conocerlas, que nos entrenemos y profundicemos en ellas por si eventualmente, al final, hay que resistir», concluye el reputado autor, «el fotógrafo internacional más importante del arte contemporáneo», en palabras de Carmen Conesa.

'Nemotipos'

La consejera de Cultura ejerció este miércoles de anfitriona durante la presentación de Nemotipos, la exposición más importante que se haya realizado con obra de Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) en los últimos años; exposición que hoy se inaugura en la Sala Verónicas de Murcia y que podrá visitarse en el antiguo convento murciano hasta el 28 de abril. «Me gusta hacer esta exposición aquí por una razón también histórica, pues hace treinta años que mi primera gran exposición tuvo lugar también en Murcia, muy cerca de aquí, en el Palacio Almudí», apuntaba el catalán ante los medios, después de agradecer la oportunidad de exhibir un proyecto de este calibre tanto a las instituciones competentes como, muy particularmente, al personal de este espacio: «Como le decía esta mañana en un WhatsApp a mi hija, que me preguntaba sobre cómo iba el montaje, confieso que hacía mucho tiempo que no iba todo tanto como la seda como en este caso», compartió entre risas Fontcuberta, en todo momento escoltado por la consejera y su comisario, Sema D’Acosta.

Ayer se ultimaba el montaje de la muestra.

Ayer se ultimaba el montaje de la muestra. / Juan Carlos Caval

Precisamente fue él, D’Acosta, quien introdujo la muestra, cuyo título, Nemotipos, alude a la aparición de «una nueva categoría visual, de imagen –las generadas por medio de la Inteligencia Artificial– que están de algún modo enfrentadas o discutiendo lo que conocíamos hasta ahora como ‘fotografías’». El comisario sevillano fue quien expuso primeramente la idea de que no es la primera vez que «una máquina es capaz de producir imágenes sin control»: eso ya pasó en torno a 1840. «Cuando aparece la fotografía, el status quo del mundo del arte cambia por completo; en especial, el de los pintores, que entran en pánico asustados por la llegada de un nuevo método de registro de la realidad con el que no era necesario acudir a la mano humana.

"Efectivamente –añadía–, hay un paralelismo entre esa crisis de la imagen de mediados del siglo XIX y la crisis de la imagen que estamos viviendo ahora, porque yo diría que estamos inmersos –aunque no seamos conscientes– en la tercera revolución visual». Una revolución, por cierto, que comenzó hace aproximadamente veinte años, justo el momento en el que Fontcuberta empieza a investigar sobre los diferentes métodos de representación del mundo que no tienen que ver directamente con la cámara, sino con nuevas herramientas que van apareciendo; «porque aquí ha sido, como en todo, un adelantado a su tiempo», incidió Conesa.

En este sentido, la consejera explicó que Nemotipos recoge piezas de ocho series del autor, la mayoría de ellas realizadas por medio de la IA en el último lustro, pero también incluye algunas presentadas incluso durante la década de los noventa y que, como apuntaba D’Acosta, quizá no fueran entendidas en su momento. «El ejemplo es Topofonías (1993), la primera que él hace sin utilizar la cámara», explicó el comisario, u Orogénesis (2002) y Googlegramas (2004), de un tiempo en el que la Inteligencia Artificial era pura ciencia ficción pero en el que Internet y los avances en el campo de la computación ya ofrecían sistemas de software específicos, así como mecanismos de posicionamiento de algoritmos que podían ser utilizados para «entender la realidad», como así hizo Fontcuberta. Para la primera, el catalán utilizó un programa diseñado para interpretar mapas, solo que en vez de información cartográfica utilizó codificaciones extraídas de obras maestras del género paisajístico, tanto de la pintura como de la fotografía; para la segunda, reconstruyó imágenes icónicas por medio de fotografías ya preexistentes –a modo de mosaico– y seleccionadas por Google en base a una serie de términos relacionados.

La responsabilidad del artista

Fontcuberta se refirió a estas series como «experimentos», como «juegos» que evidencian una concepción de la fotografía (la suya) mucho más amplia que la que podrían tener el común de los mortales. «Para mí la cámara no deja de ser una tecnología de visión más, como lo fue en su momento el lápiz o el pincel», aseguró el catalán, que considera su disciplina como «heredera» o como una «respuesta» a esa intención científico-descriptiva con la que los naturalistas de la Ilustración, del siglo XVII y XVIII, intentaban dar cuenta en sus expediciones a los confines del mundo de la diversidad que contenía nuestro planeta.

Aunque, por supuesto, tiene claro que hay un notable cambio de paradigma que, sin duda, afecta a la concepción que tenemos hoy en día de ella: «La imagen ya no da cuenta del mundo, sino que se convierte en un elemento del lenguaje. Hoy hablamos fotografía. Sin apenas darnos cuenta, de una manera espontánea, con nuestro móvil, mandamos fotos a la gente con la que nos relacionamos, y esas fotos son mensajes que llegan, transmiten un contenido y luego se borran. En aquellos tiempos, en cambio, destruir una fotografía hubiese parecido un pecado, un crimen», reflexionó en Verónicas.

'La parada de los mosntruos', una de las instalaciones de 'Nemotipos'.

'La parada de los mosntruos', una de las instalaciones de 'Nemotipos'. / Juan Carlos Caval

Y es este contexto, esa desacralización de la imagen, la que ha posibilitado la «diarrea» fotográfica que vivimos bien entrado ya el siglo XXI. «Solo con uno de los programas con los que he trabajado, el Stable Diffusion, en el año y medio que lleva de existencia se han hecho más imágenes –me parece que son veinte billones– que en toda la historia anterior de la fotografía, casi 200 años. Y frente a ese nuevo paisaje visual es evidente que los que somos artistas tenemos una responsabilidad», asegura Fontcuberta. En concreto, señala: «Debemos intentar con nuestro trabajo proporcionar herramientas críticas y pedagógicas que eduquen al público, que les enseñen a leer esas imágenes y a resistirse a ellas; debemos lograr que las imágenes no nos conviertan en súbditos, sino que, al revés, seamos soberanos de su uso y de su funcionalidad». 

De este modo, Fontcuberta habla de Nemotipos como «una exposición que intenta ser, sobre todo, profiláctica; es decir, que intenta dar unas pautas al visitante de cuál es el futuro de la cultura visual que nos espera. Y eso es muy importante hoy en día porque vivimos en un mundo de imágenes: las imágenes ya no son simples representaciones simbólicas que encontramos en los palacios y en las iglesias, sino que configuran nuestra conciencia. Es decir, las imágenes ya no son mediadoras; las imágenes crean mundo y crean estados de opinión», aseguró.

Y, en este sentido, entender el «valor político e instrumental que tiene la fotografía será uno de los grandes retos del futuro. Y, de una manera muy modesta, yo intento contribuir a que ese arma cargada de futuro que es la fotografía, la imagen, esté al servicio de los valores que hagan progresar a la humanidad, a la sociedad», concluyó Fontcuberta.