Música

Scott Hamilton, serena belleza

Scott Hamilton, que ha sabido asimilar la tradición del tenor, creando una voz propia cargada de referencias y respeto, es un gran contador de historias

Scott Hamilton en el XXV Jazz San Javier

Scott Hamilton en el XXV Jazz San Javier / Loyola Pérez de Villegas

El veterano saxofonista tenor Scott Hamilton brindó una exquisita velada en Jazz San Javier, liderando un sólido quartet que amparaba y resaltaba su elegante sonido.

Aunque la era del swing se desvaneció hace mucho tiempo, sigue teniendo sus adalides, especialmente en el saxo tenor: maestros como Harry Allen, Grant Stewart  y el suave como terciopelo y siempre imperturbable Scott Hamilton, cuya larga carrera (más de cincuenta álbumes como líder, muchos en el sello Concord Jazz) es de una consistencia sorprendente. Su sonido cálido y entrecortado le ha generado comparaciones con los más grandes -Ben Webster entre otros-. Trajo standards, baladas y blues, con buen gusto, imaginación y swing, apoyado de un soberbio trío (Jo Kraus a la batería, Ignasi González al contrabajo y, como partner, el pianista catalán Ignasi Terraza, viejo conocido del festival, acompañante firme y solista siempre atractivo).

Aunque Hamilton, que tiene una frase aguda y feliz para cada ocasión, es el líder nominal, los otros miembros no son menos elocuentes e indispensables.  Así, durante su actuación el sonido del saxo daba paso a solos virtuosos de Ignasi Terraza, a las distinguidas notas del contrabajo o al vibrante ritmo de la batería. Repartía el tiempo entre sus músicos; incluso se diría que Terraza tuvo ayer trabajo extra. Los músicos parecían disfrutar tocando junto al sonido dorado de Hamilton y su habilidad infalible para agregar hermosos ornamentos a las melodías.

El cuarteto interpretó de manera sobresaliente estándars como "Pick Yourself Up", con la que arrancaron, y, poco antes de seguir con ‘Poinciana’, se desprendió de la chaqueta que un asistente recogió, mientras Hamilton, con los brazos extendidos, la reclamaba porque en sus bolsillos guardaba una ‘caña’ para el saxo. Otros standards (los prefirió a temas propios) fueron “Cherokee”, “I Cover the Waterfront”  (Hamilton introdujo aqui una línea cargada de melancolía, en ocasiones semejante a los acentos del canto de Billie Holiday) o “Sunny”: versiones largas que a veces no lo parecían, por la gran calidad de Hamilton y su grupo.

Scott Hamilton, que ha sabido asimilar la tradición del tenor, creando una voz propia cargada de referencias y respeto, es un gran contador de historias; sus solos son un viaje por la hondura de la emoción y la sorpresa. En vivo, su aire relajado le debe mucho a la banda, que está en sintonía con su elegante forma de tocar. El trabajo del baterista es ejemplar, mientras que el contrabajsita agrega un nivel sublime de bajo armónico y rítmico en todo momento. Terraza, un consumado pianista, brillaba en sus solos, aportando la fuerza rítmica del swing y su sensibilidad interpretativa a este cuarteto de gala.

Hacia mitad de concierto se les unió como invitada especial la vocalista granadina Pepa Niebla, que interpretó con una voz suave y embelesadora algunos temas del disco “En la orilla del mundo”, que acaba de ser grabado recientemente junto a Ignasi Terraza: piezas atemporales, diversas, incluida una en francés, “Les moulins de mon coeur”, de Michel Legrand. “Me he colado en esta fiesta y voy a complacer una petición”, dijo Pepa, y ya se quedó hasta el final. También hubo boleracos, y una versión de “Flor de lis” de Djavan en español. Ya en la despedida, hicieron un medley con la jovial “'S wonderful” de George e Ira Gerswing, recordada por “Un americano en París”. En “Don't get around much anymore”, de Duke Ellington, Pepa mostró su dominio del scat. El único bis fue una canción de Terraza dedicada a sus hijos, para los que inventaba cuentos; de ahí el título: “Cuéntame un cuento”, sobre un ritmo abolerado. “Cuéntame un cuento, hazme feliz”, rezaba el estribillo, y sin duda lo lograron, pero, si tengo que ser sincero, habría preferido seguir disfrutando del expresivo sonido de saxo tenor ‘clásico’ y el impecable fraseo del amigo americano.

El tono cálido y suave del tenor, el fraseo locuaz, la sonoridad densa y cálida sacaron a relucir todo el atractivo melódico de Hamilton con esa facilidad relajada e ideas creativas que nunca suenan forzadas o artificiales, y sin visos de que le falten.

La madurez artística de Hamilton y la pura calidad de su improvisación resultaron muy agradables. Su tenor representa la esencia atemporal del propio jazz; una sonoridad de serena belleza, intimista en las baladas y cargada de emoción en los tiempos rápidos, que sedujo al auditorio. Un primera clase