Todos somos consumidores asiduos de azúcar. Tomamos grandes cantidades sin ser plenamente conscientes de ello. ¿Sabían que un plátano contiene cuatro terrones y medio de esta sustancia dulce?¿Y una manzana seis? Durante años expertos y nutricionistas nos han estado advirtiendo de las consecuencias que puede tener su consumo excesivo para nuestra salud, pero, aún así, seguimos ingiriendo cantidades superiores a las que el organismo necesita.

Los últimos estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) demuestran que lo adecuado es consumir 25 gramos al día de azúcar. En la actualidad esta cantidad está muy por debajo de la realidad. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (Aeconsan), un español toma de media más de 100 gramos, cuatro veces más de lo recomendado.

Desde esta revelación, la presión mediática contra los alimentos procesados y los refrescos está más presente. El mundo blog se ha llenado de propuestas para dejar el azúcar, textos que tratan de hacer que los lectores se planteen su relación con el azúcar. Incluso, ha surgido una tendencia entre los documentales sobre el tema.

No solo el mundo mediático y la red han reaccionado frente a las afirmaciones de la OMS. El Consejo Internacional de Asociación de Bebidas (ICBA) ha rechazado la propuesta del organismo internacional de reducir la cantidad de azúcar de las recetas a un 5%. Alegan que «no existe una base científica para el tratamiento de los azúcares libres de manera diferente a los azúcares intrínsecos (los que incluyen naturalmente frutas y verduras)». El decano del Colegio de Dietistas y Nutricionistas de la Región (Codinmur), Francisco Miguel Celdrán de Haro, explica que el motivo por el que incorporamos tanto azúcar a nuestra dieta está claro: «Es muy apetecible».

Cada vez son más los grupos de ciudadanos que, alarmados por los datos sobre el sobrepeso -enfermedad que afecta al 63% de los hombres y al 45% de las mujeres-, ponen en marcha movimientos anti-azúcar. La campaña ´25 gramos´ expone algunos datos para mentalizar a los ciudadanos sobre esta realidad. El consumo de glucosa en nuestro país ha aumentado un 20% desde hace once años, hecho que posiblemente es responsable de que España ocupe la segunda posición, por detrás de EE UU, en el ranking de países con más obesos del mundo. También dicen que a pesar de que se pueda pensar que tenemos la capacidad de controlar la cantidad, no somos conscientes de que tres cuartas partes del azúcar que entra en nuestro organismo es invisible y forma parte de los alimentos que comemos diariamente.

Reivindicaciones

La batalla contra el azúcar no es un tema exclusivo de España. En cualquier país se puede encontrar abierto el debate sobre los beneficios y perjuicios de este producto. Uno de los grandes exponentes del movimiento anti-azúcar es el estadounidense Robert Lustig, pediatra y endocrinólogo. En su conferencia La pandemia del azúcar equipara su toxicidad con la del alcohol o el tabaco. Defiende la idea de que su consumo excesivo, en concreto de la fructosa, es la principal causa de un gran número de enfermedades, y no solo relacionadas con el peso sino que también la señala como culpable de diabetes y daños en el hígado. Por este motivo, propone que al igual que se toman medidas frente al consumo del alcohol y del tabaco se haga con el azúcar. La campaña de 25 gramos apoya esta iniciativa y sugiere que se comience por implantar en los colegios opciones saludables en los menús, alejadas de las grasas saturadas y el azúcar refinado.

Uno de los factores que contribuye a que las industrias alimenticias incluyan tanta cantidad de azúcar es que «en las papilas gustativas existen muchos más detectores del azúcar de los que previamente se conocían», según Codinmur.

A pesar de todas las protestas y la imagen negativa que se ha formado en torno a la glucosa, existe una parte positiva. El organismo necesita de este componente para funcionar. La sacarosa aporta al cerebro los nutrientes necesarios para que la conexión entre neuronas funcione correctamente y la energía necesaria para que el sistema motriz tenga la fuerza necesaria para hacer todo lo que se le pide.

Esta postura la defiende Marta Garaulet, catedrática de Fisiología y Bases Fisiológicas de la Nutrición en la Universidad de Murcia: «Es tan importante que podemos obtenerla hasta por la descomposición de las proteínas». Según explica, el problema que puede producir, concretamente el azúcar procesado, es que «su entrada rápida en sangre genere una subida de insulina».

Además, niega la equidad tóxica del tabaco y el azúcar, «de ninguna manera es lo mismo, necesitamos que un 10% de nuestra alimentación sea azúcar. Sin embargo, nunca deberíamos fumar», afirma tajante.

¿Es el azúcar adictivo?

Hay numerosos estudios contradictorios. Médicos y nutricionistas siguen discutiendo si el consumo de esta sustancia puede desembocar en una adicción sin llegar a ningún acuerdo. La doctora Marta Garaulet dice que el azúcar induce la producción de endorfinas que generan placer y que, por consiguiente, sí que podría producir una falsa necesidad.

Los especialistas aconsejan moderar el consumo, huir de los excesos, y tener en cuenta los horarios. «Es recomendable ingerir los productos con azúcar por las mañanas pues en estas franja producimos unas hormonas que participan en el metabolismo de la glucosa y ácidos grasos», indica Garaulet.

En cuanto a Codinmur, apuesta por una «correcta educación nutricional» y reivindica la inclusión del dietista-nutricionista en el mundo sanitario, pues «somos el único país de la Unión Europea que no la tiene».

Otra de las demandas es una descripción más exhaustiva de los alimentos. Acusan a las etiquetas de ser costosas de interpretar. El grupo 25 gramos explica que «la capacidad de lectura de las etiquetas depende del conocimiento y familiaridad que se tenga con los productos».

Desde Codinmur señalan como culpable a las leyes que dejan margen para engañar a la sociedad. «Las alegaciones no deben confundir, se deberían minimizar o incluso eliminar los avales de instituciones científico-sanitarias», aclaran.

La publicidad también tiene un papel fundamental para decidir qué productos vamos a consumir. Una investigación de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III publicó que el 61% de los anuncios de televisión de España son de alimentos poco saludables.