Opinión | Noticias del Antropoceno

Los artistas como competidores

Los años de juventud de los machos jóvenes están marcados por la competencia entre ellos (o nosotros, porque me incluyo) a la búsqueda de la pareja más atractiva. Según Richard Dawkins, un célebre biólogo evolutivo, esa competencia entre los hombres no es más que otra expresión de una carrera entre los genes en su afán de permanecer y recombinarse, y sobrevivir mediante la recombinación. Sean cuales sean las causas que originan la competencia, el caso es que los varones en edad de merecer utilizan todas sus artes, buenas y malas, para llevarse al huerto a la hembra de postín. Es un enfrentamiento poco sutil, que a menudo acaba a hostia limpia a la puerta de un bar o discoteca, con origen en una mirada lasciva el culamen o el tetamen de la hembra ya emparejada.

En mi caso, un ejemplar de varón de lo más competitivo, me ponían de los nervios los guapos figurones en perfecta forma física y practicantes de deportes de cierto riesgo, o con un glamour especial como la navegación a vela. De esos competidores huía como de la peste, porque su atractivo para las hembras era insuperable. También sucedía otro tanto con los herederos de grandes fortunas, que se llevaban de calle a las chicas solo con enseñar indiscretamente su poderío económico, una promesa cierta de regalías para la futura prole de la mujer en proceso de ser seducida. Recuerdo un filipino en la Universidad de Navarra, hijo de una de las familias ligadas al dictador Marcos, que sugirió comprar un coche ante la dificultad que presentaba la burocracia de alquilarlo. Se las llevaba de calle.

A los que nunca soporté, hasta llegar a situaciones de descontrol e histeria (no violenta), eran los artistas, fueran poetas, fotógrafos músicos o actores. A la irritación por ver perdida irremediablemente la partida en el juego de la seducción, se unía la convicción de que la mayor parte de ellos eran unos mindundis sin horizonte ni futuro, en suma unos perdedores que me arrebatan la pieza de forma torticera e inmerecida. El caso de los acosos a jovencitas en los castings del hijo de Alfonso Paso y nieto de Jardiel Poncela, me ha recordado vivamente este tipo de personajes. Deseo vivamente que lo enchironen, como reivindicación al yo de mis años mozos.

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